Entre relójes y metáforas

La serendipia es viral, cuando encuentras una, esta estimula a la vez una alerta en la mente y ella hacer que encuentres más, esto es gracias a un efecto modélico de las estructuras fractales, pero de ello hablaré más bien en el blog técnico, porque creo que tiene más bien que ver con las estructuras urbanas.
Hoy he venido a contar que una serendipia me ha llevado a encontrar una metáfora que a manera de oráculo se me ha dejado leer, es esta:
los relojes siempre han sigo un objeto importante en mi vida.  El origen de ese significado creo que se lo debo a mi padre, en cierta medida.
Cuando era niño, me regalaron uno.  Barato, cualquier cosa, pero que desde que lo tuve, a los 5 o 6 años, no me lo saqué hasta que pude tener uno nuevo.  Este segundo, ya digital, pues el primero era de cuerda,  me duró casi hasta terminar la adolescencia.  Mientras tanto, siempre mantuve un determinado celo con mi hermano, pues él se hacía acreedor de los relojes de mi padre, cada vez que este decidía cambiar.  Así desde muy pronto siempre tuvo el privilegio de usar uno más significativo que otro;  Y digo significativo, porque no necesariamente eran lujosos ni caros.  A día de hoy creo que fundamentalmente eran simbólicos.  Era el reloj de Papá. El que nunca lo tuve.  Pasado el tiempo, el reloj, el símbolo, en mí fue tomando valor y forma.  Un Swiss Army, fue una de mis adquisiciones más importantes.  Yo solía contar que llegó a mi relacionado con uno de mis primeros sueldos después de acabar la carrera.  Pero ahora ya casi 20 años delante, entiendo que no lo hubiera tenido de no ser por una persona que en ese momento representó el retorno a mi centro,  un día que me perdí, esa persona marcó el momento en que volví a estar conmigo mismo y ese reloj desde entonces ha tenido ese significado para mí.  Mi yo antiguo, cuando logre volver a mí.
Días antes de dejar mi País mi padre un poco en broma y un poco en serio decidió darme lo que varias veces habíamos discutido que era la herencia que yo quería.  Sus libretas de calificaciones, su calculadora mecánica y Él decidió incluir algo más.  Era su reloj de oro, el más querido y más preciado, un Omega automático, que a día de hoy siento que es mi conexión con mi identidad original, aquella de la que queda mucho pero sigue cambiando.
Días antes de casarme, mi mujer me regaló un reloj que no me gustó para nada, era totalmente gris metálico y brillante, conceptos que siempre los he considerado antagónicos a mi. Pues fuimos juntos y lo cambiamos por uno de mi gusto.  Un Time Force de marco y pulsera marrón, es uno de los que más quiero y uso más cotidianamente .
Una mañana de un invierno exquisito en Madrid, con mi gran amiga Pilar, pasamos por la tienda Muji de Fuencarral, entramos a deleitarnos del gusto y sencillez del diseño Japonés  y vi allí un reloj brutalmente simple: Pulsera negra de vinilo, marco redondo gris mate y en el lugar de los números, ligerísimas estelas grises mate.  Minutero y horero, lineas de ida y vuelta en negro de un grosor casi imperceptible, como un cabello.  Cuando lo vi, le dije a Pilar: !!mira un reloj de arquitecto!!Pilar hizo un comentario tan fino como solo ella los tiene y supe que terminaría comprando.
Y así uno a uno han ido llegando por distintas vías uno tras otro que para mi tienen significado y significante a manera de nombre y apellido.
El de Leonardo da Vinci, sencillo, con su rostro y camina en sentido anti horario. ¿a lo mejor mi vocación?
Un Coronel Tapioca, que llegó a mi un día de aventura total, ¿a lo mejor la necesidad de encontrar un norte?
Un Polar con pulsómetro, el compañero de aventuras de bicicleta ¿tal vez un símbolo de mi salud?
Un Massimo Dutti, el que más me gusta, ¿a lo mejor mi ego, mi autoestima, mi cariño por mi mismo?
y así…
No son muchos, no son valiosos, pero para mi se han convertido en un oráculo, más ahora que los he dejado hablar o he aprendido a escucharlos.
Ayer al momento de meterme a la ducha me saqué el que llevaba puesto y caí en la cuenta de que se había detenido.  Luego de ducharme y sortear el cambio, me fijé que por primera vez tenía más de uno parado y por distintas razones…pretextos más bien, los había dejado así.  Hoy sé que cada uno me ha dado su mensaje..y afortunadamente me apetece abrir las orejas y escucharlos:
El tan preciado regalo de mi padre, hace casi dos años que lo lo pongo en marcha, ha tenido varias averías y luego de gastar en sus reparaciones, me cansé y ahora yace en el fondo del cajón de mi mesa de noche, lo limpio, lo saco de vez en cuando, lo mimo, pero lo dejo ahí, como si de una identidad primigenia se tratara.
Hay varios más que casi no los uso, simplemente porque no me apetece, porque creo que deben estar ahí guardados siendo a la vez parte de mi.  El Polar, mi salud va fenomenal y está siempre listo y dispuesto para un esfuerzo.
Hoy le he cambiado de pila al de mi gusto, al que creo que hoy debo usarlo. ¿a que no adivinan cual es?.
Dos meses más tarde de la publicación de este post, he querido entrar a re-editarlo y contar que hace más de dos semanas que no uso reloj…aún no lo entiendo.

 

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