Cuando tenía 16 años me enamoré, loco perdido, de una chica impresionante con la que me escribía cartas de amor y nunca paraba de reír.
El destino, y lo diré con voz de tango o bolero…»la alejó de mi» y eso permitió que yo me conociera a su madre a través de unir melancolías de la persona querida y lejana.
Todas las tardes que la visitaba, compraba unos tabacos mentolados que le gustaban, quien me los vendía, el dependiente de la tienda, era un chico que había estado en Inglaterra por unos años. Esa tienda, en realidad un pequeño cuarto algo descuidado en el que solo había una característica constante, LA MÚSICA, siempre había buena música, y muchas veces ese era el pretexto para iniciar una conversación. Le frecuenté mucho, compartíamos gustos y terminamos siendo amigos. Un día, al terminar de oír una cinta que me gustó mucho, Él me comentó que era un grupo llamado Pop Will Eat Itself. Era un cassette azul que de tanto y tanto pedir que lo pusiera, cada vez que paraba a comprar los tabacos, terminó por regalármelo. Como no tenía la caja de portada, en unas letras diminutas, casi ilegibles se podía leer «vocals: Clint Mansell», a partir de entonces nunca se me olvidaría aquel nombre.
En el año 85, por sugerencia del mismo chico vi la película «Mishima», la vida en cuatro capitulos». La verdad sólo recuerdo lo que más me impactó, que estaba producida por Coppola y Lucas, y su banda sonora, luego sabría que era nada menos que Philip Glass e interpretada por una cuarteto de cuerdas llamado Kronos Quartet
Mas de 10 años después, Gustavo, mi gran amigo de cine me sugirió ver una película que se llamaba «pi (3,1416)» sería finales de los noventas, no lo recuerdo con exactitud, pero lo que para mí fue absolutamente magistral era la banda sonora, la investigué y el autor, para mi sorpresa era mi ya conocido, antes cantante de rock alternativo, Clint Mansell.
Llegado ya el 2000, vi requiem for a dream, entones no me pareció gran cosa la película, lo que si me alucinó era su banda sonora, que Clint Mansell había compuesto para un cuarteto de cuerdas norteamericano llamado KRONOS QUARTET. Brutal. Esa música que casi que no eres capaz de sintetizar como música, es más bien como un rayo de sensaciones que para estar dispuesto a disfrutarlas casi que necesitas acostarte al suelo y mirar las estrellas para ser atropellado totalmente por las sensaciones.
A partir de entonces cada vez que podía grababa, compraba, preguntaba y finalmente escuchaba al que creo que es el mejor cuarteto de cuerdas de música contemporánea del mundo.
Por eso cuando supe que se presentaban en el festival «la mar de músicas» de Cartagena, no dudé en apostar todo por verlos en persona y si fuese posible de cerca. Resultó los vi a menos de 10 metros, con mi hijo en brazos y junto a mi mujer y son mucho mejores de como los había venido escuchando desde hace 25 años.
Ayer recibí un correo vía red social, de aquella chica, la de las sonrisas y es feliz y sigue sonriendo. Yo mientras seguiré creyendo en mi memoria y en la casualidad.