Plaza pública, a vista de extranjero

He estado repasando algunos enlaces y participaciones sobre debates y discusiones acerca de nuevas o diferentes maneras de ver y/o percibir el espacio público, de cara a un proyecto de derivas que pretendo lanzar en poco y ésto me llevó a revisar la entrevista que hace algo más de un año me hiciera Niquelarte.

A propósito de re-leer esto me he dado cuenta cómo en ese entonces en alguna forma intuía el llegar a plantear dos elementos que considero a día de hoy básicos en el análisis urbano.

Por un lado, las derivas como forma de registro perceptivo de la persona en la ciudad y la segunda que es la mirada extranjera, la manera como una persona que no es nativa de un entorno urbano, es capaz de ser crítica con respecto a la ciudad en la que vive.

A propósito de ésto, me pareció oportuno reproducir la entrevista, que a más de tenerla disponible en este enlace creo conveniente que esté en el time line de mi blog, justamente por cerrar antecedentes.

Con hache y con be

Con los cinco sentidos bien puestos en un recorrido incansable por guiasentimental.es, me encuentro con la siguiente pregunta:

¿Serías capaz de mirar tu ciudad con los ojos de un extranjero?

Inmediatamente recuerdo la frase de un buen amigo que decía: «me siento como extranjero en mi propia ciudad». Yo creo que sí es posible siendo observadores, algo que a menudo olvidamos en la cotidianeidad. En palabras de María Masaguer:

«Observando el paisaje para poder trabajar sobre él”

Creemos muy necesario el trabajo de Mario Hidrobo y porque queremos saber, para observar con más detenimiento, lanzamos unas cuantas preguntas a un hombre que genera ecosistemas con muy buenos sentimientos, haciéndonos partícipes de algo que podemos explicar con palabras pero que no es sino practicándolo como se genera.

2012-11-20-20.43.23Adela Vázquez: Entre Quito y Alicante, ¿cúal es la mirada de Mario?

MH: Intento que sea una mirada atenta y sensible, que mueva cosas dentro de mí, tanto de ida como de vuelta. Que los detalles con los que me estimula la ciudad me lleven a conectar con las sensaciones de cuando se forjaron los imaginarios que se evocan y así apegarme en sentimientos, algo nostálgicos pero placenteros; aunque no siempre lo logro y eso produce incertidumbre y ésta conduce al miedo, entonces procuro que ese miedo a ratos sea el motor para querer cambiar las cosas.

AVV: ¿Qué sientes cuando imaginas la ciudad?

MH: Algo de agobio, es una dicotomía entre la ciudad de mis imaginarios y la que percibo. Intento ser consciente de que no existen dos ciudades, sino tantas como percepciones y que éstas son el resultado de una serie de detalles que percibo y que llaman a imaginarios para forjarlos bajo una realidad que ya no existe, porque ha ido cambiando con el tiempo y que tampoco la tengo a mano (de no tenerla enfrente a tenerla, ha cambiado mucho a día de hoy). Por tanto, esa ciudad imaginada es una…que fue y ya no está, pero que se quedó en los sentimientos de las vivencias que se dieron en aquellos escenarios. La sensación es un resultado de lo explicado y el enfrentarse a unos estímulos urbanos, que aunque son presentes, tendrán también un componente de los sentimientos que soy capaz de poner en las nuevas vivencias.

AVV: Acciones como hazañas, ¿necesarias para renovar los códigos?

MH: No lo creo. Lo que vendrían a ser los códigos con los que se escriben esas hazañas, dicen los entendidos, se forman de manera temprana, si no me equivoco antes de los 5 años de edad. Es tu modo de escritura; con ella has de pensar qué escribes. Yo intento escribir guiones de vivencias que estimulen los sentimientos en los que uno se siente confortable, pero no siempre sale bien. Todo esto se vive en sociedad y estás a merced de muchos estímulos, personas, límites y eso es parte de la aventura de todo ser urbano; asumir el resultado de cada hazaña es un acto de consciencia que en mi caso procuro que sea el conocimiento más que los sentimientos el que me llene, ya que no siempre puedes prever el resultado, así que prefiero sentirme vulnerable al conocimiento, más que a lo emocional.

AVV: Mapear, geolocalizar…¿crees que es fundamental en nuestros días y que la ciudad es mucho más eficiente con el uso de las nuevas tecnologías?

MH: Creo que es vital mapear, pero sería incluso más preciso registrar. La base está en asumir una condición de vivencias beta, es decir, disponernos a un proceso de análisis y síntesis que provoquen una condición de constante cambio e innovación. Creo que es una condición de la ciudadanía responsable, sobre todo asumir la ciudad como un ser vivo.
Las nuevas tecnologías han permitido muchas facilidades para ésto, desde la posibilidad de una lectura de capas en la cual estoy convencido de que internet ofrece condiciones utilitarias que permiten reemplazar lo que antes resolvíamos de manera diferente;pasando por la geolocalización, su facilidad de registro, llegando hasta la ubicuidad que nos permite una verdadera presencia en distintas locaciones de manera simultánea. Eso sí, con mucho cuidado de tendencias que se amparan en marcos tecnológicos para generar mayor consumo, como siento que es el empuje más potente de las smart cities.

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AVV: ¿Cómo se contruye un mapa sentimental?

MH: Considero que un mapa sentimental es algo más que la geolocalización de sentimientos. Es un ejercicio de doble partida.
Por un lado, el individual, que parte de un propósito interpretativo del paisaje; este mero hecho deja de lado el hedonismo urbano y considera a la ciudad, la cuestiona y permite proyectar dinámicas de cambio. Por otro lado, está el social, que es generoso y enriquece el tejido social urbano permitiendo encontrarnos con los demás vecinos en lazos muy entrañables, compartiendo sentimientos y escenarios. Ello une mucho y genera sinergias muy enriquecedoras. ¡Pero hay más! Un mapa sentimental implica un proceso de sinceridad y desviste tanto a la ciudad como a las personas. Sabemos que hablar de nuestros sentimientos es íntimo y nos cuesta. Imagina el hecho de registrarlo y compartirlo. Vivimos en una sociedad dominada, cada vez más, por el miedo; y tornarnos vulnerables nos atemoriza más, si cabe. Contar nuestros sentimientos nos descubre , nos desenmascara y evoca un pudor que no siempre tiene el poder frente a nuestras máscaras. Lo mismo sucede con la ciudad y nuestras percepciones, las enmascaramos para defendernos y ser menos vulnerables. Pero cuando somos capaces de ver ese mapa los resultados son asombrosos, yo diría, casi sanadores. Perdemos miedos y eso genera estados reales de bienestar y, yendo más allá, el ejercicio mismo provoca un efecto de espejo que permite que nos veamos por dentro y visualizar cómo nos reflejamos en los otros, en los escenarios, en la ciudad, su ecosistema y en tu propio interior.

AVV: ¿Qué papel debe desempeñar el ciudadano?

MH: Todos los papeles de la ciudad. Para empezar debemos convencernos justamente de esto. La ciudad es nuestra, es nuestro hábitat y a la vez somos parte de ella. No existe condición ajena ni de bienestar ni de malestar urbano en la que no seamos cómplices; pero esto es de nuevo un acto de conciencia del que depende que nos empoderemos de ella como primer factor para empezar a actuar. Los tiempos han cambiado y los ciudadanos que exigían sus derechos a una administración a costa de estar al día en sus impuestos cada vez son menos, el ciudadano nuevo es pro-activo, es un prosumer y ha dejado de lado la pasividad simple del consumo de ciudad para proponer; necesita hacerse sentir “construyendo ciudad” y que sus propuestas sean parte integrante de un nuevo hábitat urbano; que sus deseos, sus sueños y sus sentimientos sean parte del paisaje urbano y, por tanto, de su cotidianidad.

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AVV: Psicogeografía y urbanismo, ¿dos conceptos enredados?

MH: Totalmente y mucho más de lo que los urbanistas han aceptado hasta la actualidad. La geografía, la sociología y la biología urbana han sido capaces de explicar todos los peros, defectos y fracasos del urbanismo. Han mostrado no solamente que de seguir con el modelo retrógrado del urbanismo sobre la base del consumo nos haría acabar con el planeta, sino que dentro de esos espacios marginales casi despreciados por el urbanismo académico, como la ciudad informal, está la clave del sostén fundamental de las ciudades; nosotros, las personas, nuestras redes y nuestro conocimiento común. Es de esto de donde podemos aprender y de donde podemos generar un nuevo urbanismo.

AVV: ¿Son catalogables los sentimientos?

MH: Creo que sí, aunque tienen bordes múltiples, complejos y difusos que se van entremezclando. Entiendo que hay tendencias que hablan de seis sentimientos básicos de los que se derivan los demás, pero otras también hablan de siete u ocho. Yo prefiero ser menos purista y más inmediato. A veces creo que hay shortcuts (atajos) que funcionan mejor que las definiciones académicas sobre los sentimientos y que son distintos de unas personas o de otras. Por ejemplo, en mi caso son los olores como estímulos y los recuerdos como sensaciones; luego, hilando más fino, siempre defines sentimientos aunque cueste precisarlos.

AVV: ¿Cómo definirías Patrimonio Sentimental?

MH: Para empezar lo dividiría entre individual y colectivo.
El individual es la materia emocional con la que estamos hechos y se cimienta de manera temprana bajo muchos factores: el ambiente familiar (más próximo o cotidiano) en el que crecemos (sobre todo los primeros años); nuestras relaciones más cercanas, pero no creas que estoy hablando de relaciones simplemente emocionales personales, sino que es una amalgama de estímulos; son sonidos, olores, personas, paisajes, colores los elementos compositivos de la tramoya de los escenarios de nuestros primeros actos.
El colectivo está hecho de la misma materia pero en dimensión urbana, porque es la ciudad el espacio de la puesta en común de los elementos individuales que narraba antes. Es complejo pero a la vez exquisito. Es lo que hace ciudad y nos hace seres sociales enriqueciendo los espacios urbanos.

AVV: Conservactivando y recuperando la memoria para construir desde el presente. ¿Lo crees importante para el futuro?

MH: Sin lugar a dudas pero ¿qué conservar, ¿qué recuperar? ¿qué activar? Las respuestas definirán hacia donde vamos y lo que seremos en un futuro. Creo que es el espacio de menor consciencia en la clase política involucrada en las decisiones de carácter urbano.
Podemos ir en el otro sentido: ¿qué ciudades queremos tener mañana? Y en las respuestas tendrás muy claro qué hay que recuperar, conservar y reactivar.

AVV: ¿Y si imagináramos un centro urbano que se rige a través de buenos sentimientos? ¿Sería ideal una ciudad de estas características?

MH: Es complejo responder esto porque el ser humano está hecho de materia básica para sobrevivir y lo hace por naturaleza individualista. Sólo en conciencia social nos volvemos generosos, sólo cuando sabes que en colectividad eres más que la suma de las partes aprendes que merece la pena y es esa dinámica la que genera buenos sentimientos. Los centros urbanos están ahí, siempre los vemos más como infraestructura física vetusta antes que como escenarios de un proceso social como el que narro; por ello, las actividades que pueden sostener un centro urbano son la dinámica que suma o crece en el tejido social y son la base de cualquier centro urbano deseable

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Patrimonio, redes y cultura digital

Gracias a la invitación de Adela doble V , he participado en un taller para la Universidad de Oriente, Valladolid en Yucatán, Mexico.  Mi contribución la podéis ver en el vídeo.

En él he procurado hacer una aproximación a la teoría de la modernidad líquida y desde esta explicación introductoria, explicar los aportes de internet dentro de la forma de implantación del patrimonio en nuestros imaginarios y las múltiples posibilidades de construcción de la identidad, en este caso digital.

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Me interesa mucho las investigaciones sobre el patrimonio y la forma como esto, tanto como los paisajes en general, marcan la construcción de los imaginarios.  En términos contemporáneos considero que la instrumentalización digital presta una versatilidad fantástica e inevitable en el mundo urbano para ejercitar la construcción de identidades, el patrimonio es una, pero otra capa muy importante es la digital, cada vez con mayores aplicaciones y herramientas para la construcción también de ciudades más plurales y participativas.

Intervención en el eje Jr. Ancash en Lima

Concurso realizado con Mono D estudio, grupo de sociólogos que se dedican a la investigación de las dinámicas sociales en espacios urbanos.

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La naturaleza de cinco espacios dentro de un eje en una ciudad como Lima, posee una diversidad de elementos suficiente como para que a mínimas variaciones de los estudios previos a la intervención, los resultados arrojen efectos inesperados, sobre todo en las resultantes de las dinámicas sociales.

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El punto de partida del proyecto, fue determinar una forma de actuación que fuera capaz de seguir siendo útil en la medida de distintos ajustes de profundidad del proyecto.  De tal suerte que ante variaciones de intervención, muy propias en zonas urbanas de características conflictivas, la propuesta pueda seguir teniendo estrategias de utilidad.  De esta manera lo que propusimos no era un proyecto, sino una metodología de intervención en el territorio, basada en unos momentos o puntos claves del orden de actuación.  En este Issu se puede ver nuestra propuesta en las láminas completas en la página 113.

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Tematizar no es hacer urbanismo

Francamente no sé muy bien por donde empezar este post;  en principio considero ético, últimamente, el narrar ciertas reflexiones que me vienen a propósito de lo que voy entendiendo de las dinámicas urbanas.  En ese, tengo muy a flor de piel dos ciudades de naturaleza emocional y conocimiento real, que se confrontan a día seguido en mis imaginarios, mi crítica y en mi cotidianidad.   Una es mi ciudad natal y donde he ejercido la arquitectura y otra es mi ciudad de adopción y en la  que estoy pudiendo experimentar un cúmulo de reflexiones producto de mi experiencia y mis investigaciones.

Hace algunos  años, he presenciado como la administración de Alicante ha dado muestras continuas e insistentes, no solamente de la falta de criterios técnicos de actuación sino además, de una ausencia casi total de conocimiento de políticas de intervención urbana;  y digo «políticas», no como ese sentido de accionar que el urbanismo académico nos sugiere, tampoco con esas medidas que el sistema neo liberal nos impone, sino más bien como una sinrazón de quehaceres que son más bien producto de la improvisación y la «buena idea» antes que de una intención, aunque sea de equivocarse y hacerlo mal, aposta, con el consuelo de producir en la ciudad una suerte de laboratorio de errores urbanos.  Vamos un folklorismo total.

La calle San Francisco ha sido peatonalizada, aunque no se bien si llamarle «tematizada», puesto que hay quien argumenta el que se ha «procurado» establecer un parque infantil.  Parecería también que el propósito ha sido «unir» de manera peatonal dos zonas de marcado comercio de la ciudad.

Importante matizar, que me referiré a la intervención en la ciudad, más no al proyecto en sí mismo,  aunque de antemano debo matizar que el tratamiento temático y estético, me parece poco creativo y con una descontextualización absoluta.  Basta preguntarse ¿qué hacen unas setas en Alicante?.  La única respuesta posible es la de que de manera superficial se considere que los parques infantiles pueden tener cualquier temática, sin importancia de proponer un elemento que genere una recuperación cultural (que mucha falta hace).   Se me ocurre—como mucho se bromea en la ciudadanía—que se podría por lo menos haber argumentado una financiación de los propietarios de los derechos de los pitufos, que francamente para la escasez de recursos que viven las administraciones, hasta se habría entendido, pero no se habría justificado la inversión, en función de las prioridades de la ciudad.

¿Que el problema sea de gusto por las setas?.  Pues no.  No es un tema de gusto y explicaré a continuación las razones por las que considero que este proyecto solamente remarca una forma de actuación que es una manera de entender la ciudad, que puede ser cualquier cosa, menos una intervención de revitalización urbana, como se le ha calificado.

Además y como ejemplo, si que argumentar que el tema de la fachada del Casino de Alicante si que es (o fue) un problema de estética.

Alicante es una ciudad con una conflictividad urbana muy seria, tema muy complejo  y difícil de explicar en un post, aunque me apetece muco hacerlo, pero solamente tocaré un par de elementos que conciernen .  

Una ciudad no-capital administrativa, que ha hallado su supervivencia bajo el amparo del Turismo, feudo por más de una década de la derecha más recalcitrante del país, feudo de negociados, casinos, y el prototipado del modo de verano y el vivir por encima de todas las posibilidades.

Aunque hay otra ciudad, una que ha acogido a inmigrantes desde hace mas de 2000 años, una ciudad de intercambio de productos entre mar y montaña y con las huertas propias destrozadas, tierra privilegiada por la naturaleza del paisaje y con riquezas aún cautivas gracias a la miopía que genera el dinero fácil.  Una ciudad con elementos propios de una identidad que están guardados en el más de un centenar de refugios de la guerra.

Pero sobre todo una ciudad, como conglomerado social, víctima por décadas del silencio que le impone la tolerancia y ciega de los verdaderos conceptos que llevan a la convivencia.

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En este marco y en este entorno, esta misma ciudad es presa de cualquier improvisación.  Justamente como la de la calle San francisco.  Intervenir en un centro histórico urbano, implica empezar pensando en la gente y en las dinámicas que sostienen a la ciudad como actividades cotidianas, no solamente productivas.  La ciudad y los centros históricos en general, no son solamente «presas» de la inversión inmobiliaria u otras iniciativas que generan dinero.  Son también la casa de muchas personas, son el escenario de transito  de otros, son sobre todo parte de la ciudad donde Vive gente que no solamente piensa en pasearse o comprar.

Una intervención urbana debe empezar por enmarcarse en un plan más amplio, el mismo que debe ser parte de un plan general, el mismo que debe albergar un concepto u intención de ciudad, la misma que debe…sino ser impulsada…ser aprobada en lo más profundo de la ciudadanía.  Sino no funciona.

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Una intervención urbana debe tomar en cuenta, que la inversión, sea cual fuere, no debe procurar una justificación en un retorno económico, puramente;  a largo plazo si, y es posible medir, pero a primer inicio debe sobretodo justificar unas intenciones y una propósito de gestión social, el intervenir se justifica desde la naturaleza más simple:  hacer algo distinto para estimular a que suceda algo distinto.  La inversión urbana no es adornar una calle para que la gente se haga fotos y parezca que se vende más.  Los resultados últimos no se pueden enmascarar, sino, pasen a cualquiera de los locales de la zona y pregunten si la «tematización» de la calle les ha implicado algún tipo de mejoría que merezca la pena.

 

Memento, entre la memoria y la construcción imaginaria urbana

Cuando ves una película como Memento, uno de los mejores referentes de que ha sido buena, es que te quedas con más preguntas que respuestas.  Vamos, para mi eso es un indicativo.  Pero cuando pasan unos cuantos días y sientes que esas preguntas empiezan a evolucionar en temas que salen del contexto de la película, no solo me referencian a un buen film, sino que me emocionan, porque creo que causan un efecto en mí y en mi pensar que hace que mucho más allá de un momento de ocio tome mayor sentido.

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Es justamente este el caso de Memento, película de Noland, gran historia que me dejó muchas preguntas sobre su argumento, luego de pasados unos días, comprendí que lo que realmente me estaba cuestionando era el rol que tiene la memoria en la manera como dentro de nuestra mente «construye» una identidad (¿una historia?).

Es muy complejo construir una teoría estructurada acerca de mis inquietudes, pero si que existen precisiones que son importantes.

La memoria juega un rol muy importante en la construcción de nuestros imaginarios, pero no es la realidad de los hechos, sino nuestra interpretación sensible, nuestra percepción, sensaciones y sobre todo el papel que otorgamos a los hechos…sentimientos…en medio de nuestras vivencias, de lo que se sirve a la mente para hacer constructos culturales.

Cuando pienso en ello, me salta a la mente de manera muy franca lo que constituye mi patrimonio, son los elementos edilicios, urbanos, ambientales que constituyen  la escenografía de mi vida y es entonces cuando encuentro una importancia capital a la ciudad y a quienes tienen responsabilidad en ella.  Es entonces cuando me saltan inquietudes potentes, como la importancia del arte urbano, de las actitudes, desde la vestimenta hasta la gestualidad de la gente con la que convivo en una ciudad, estos, dígase de paso, elementos sobre los que las administraciones no llevan control alguno (o muy poca influencia) y que son también parte de mi escenografía.

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Hoy por hoy, me interesa mucho investigar la metodología con la que esos constructos culturales suceden y la influencia tan importante que cumplen las partes controladas por las administraciones como las que no y definitivamente tengo claro que quien no está controlado lo hace bastante mejor.

Parte muy importante de esto, es también la capacidad que podemos tener en identificar las relaciones actuales de lo que está presente en la ciudad, con lo que se enlaza en nuestra memoria y es allí donde creo que las derivas urbanas pueden cumplir un papel protagónico en este descifrar la construcción de imaginarios urbanos.

La Santa Faz, entre el paisaje y el patrimonio

El proyecto procura una puesta en valor de los espacios tributarios a la peregrinación de la Santa Faz en Alicante, a través de un rescate de la memoria del paisaje.

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El propósito fundamental del proyecto implica la búsqueda de rutas alternativas a la romería centenaria, implicando una reorganización de espacios junto con la liberación parcial o paulatina de la carretera nacional 332 como única vía del evento.

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Se proponen tres vías alternativas acompañadas de un intenso trabajo de recuperación del paisaje a través de la reforestación de especies nativas. Los caminos estarán provistos de puntos de abastecimiento en sitios estratégicos materializados en ejercicios de arquitectura efímera y un gran espacio de llegada y sitio de encuentro junto a la Santa Faz.

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Los patrimonios intangibles se cimientan sobre la base de la tradición.  Las tradiciones son parte de la cultura oral, que se transmite generación tras generación, sin embargo existen elementos que son parte de construcción de ese imaginario que manda por sobre las tradiciones, uno muy importante es el patrimonio visual y dentro de éste, el paisaje, a día de hoy fundamentalmente urbano; otrora, era de gran constitución campestre.

imagen-2En este proyecto participaron también Laura Gea Martinez y Pablo Rosser

Centro Histérico de Quito

Hace ya 6 meses que dejé Quito.  Cuando estaba ya casi de salida tuve la desagradable noticia de escuchar muy de cerca que se estaba discutiendo acerca de las posibilidades de ciertos derribos en el Centro Histórico.  Mi permanencia allí me dio para salir en un momento en que de rumor se estaba convirtiendo en fatal decisión y empezaban a darse opiniones de toda índole.

Este tiempo me ha permitido, en cierta medida, presenciar una evolución de la circunstancia en los medios pero sobre todo en la realidad, puesto que se han iniciado ya. Esto, junto con el hecho de haber tenido la oportunidad de trabajar considerablemente dentro del Centro en temas relacionados con Casas, Edificios y monumentos en procesos de recuperación, han tocado muchas cosas dentro de mi, que me han permitido sentir una necesidad de comentar  mi opinión al respecto.

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El Centro histórico de Quito ha tenido muchos momentos y estos no han empezado cuando es declarado patrimonio de la humanidad, título otorgado por la UNESCO y que al ser así son ellos quienes tienen la competencia sobre ese juicio.  Los momentos de Quito, y esto lo saben de sobra quienes conocen a la ciudad de verdad, están inevitablemente relacionados con una complejidad urbana que poco tiene que ver con un monumento. Me refiero en concreto al alma mismo de toda urbe, su población, y mas aún a unas decisiones que salen de toda normativa, de toda dirección y especialmente de toda planificación y que corresponden a los procesos sociales y las relaciones de la ciudad como ente físico en función de dichos procesos.

Las autoridades, pasajeras siempre, tienen competencias, hasta hoy estructuradas por los procesos de elección y sobre ellos las responsabilidades de los ciudadanos, votantes o no.  A favor o en contra.  Competencias estas — decía — que permiten a los mandatarios tomar decisiones, mas o menos pensadas.  Al menos así quiero entender y que se atañen a interese, como no puede ser de otra manera.  La licitud de estos intereses es tema de otra discusión, pero que no dejan de lado la legitimación del accionar social.  Menos aún en un País, Ciudad o conglomerado social que ha sido capaz de cambiar 7 presidentes en 10 años (1995 – 2005).

Desde ese punto de vista, la discusión en si misma me irrita, puesto que no veo que se camine por una senda que conduzca a un proceso de madurez ni en la toma de decisiones (asunto de las autoridades) ni en lo profesional (asunto no solo de los arquitectos) ni en lo social (asunto de todos), que implique aciertos.  Aunque soy franco en reconocer que esto solo se lo puede juzgar»a toro pasado» y en los proceso urbanos creo que esta índole de decisiones lleva, como poco una década.  Para muestra un botón.  Si

recordamos el Centro histórico de Quito antes del terremoto de 1987, recordaremos claramente que hubo un antes y un después de él, sobre todo en la temática de la recuperación patrimonial.  Para entonces la ciudad llevaba ya nueve años como Patrimonio Cultural.

La discusión se ha salido de todo:

La multiplicidad de competencias, Municipio, Ministerios (mas de uno), institutos (competentes o no); gremios profesionales (incompetentes muchos, puesto que no han llegado a resultados, unos, y otros ni siquiera emiten posiciones por temor a herir compromisos políticos), entre todas las autoridades parecían niños hambrientos arranchándose panes, apariencia desagradable, «máxime» si tomamos en cuenta que no son niños, que deberían tener la madurez para afrontar profesionalmente una posición de esa naturaleza, pero también porque ello mismo ponía en manifiesto el desconocimiento del alimento, para el caso, entiéndase «el tema» .  No se trataba de panes, sino probablemente de un tesoro que evidentemente si se degrada, será porque eso ha sido el resultado de su esfuerzo.

Pero sobre todo y lo que mas me llama la atención ha sido ver a una población impávida, discutiendo en redes sociales, medios de comunicación y toda posibilidad de voz, aspectos tan banales cómo la belleza y la fealdad, cómo los aciertos o desaciertos de profesionales que «descansan en paz» y que intervinieron el centro hace mas de medio siglo, evidentemente, cuando el hombre aún no llegaba a la luna, cuando Kevin Linch apenas estaba elaborando los estudios que le llevarían a publicar en el MIT  la imagen de la ciudad,  Pero sobre todo, el mismo Centro histórico de Quito, no había atravesado los momentos y las circunstancias tan importantes en cuanto al reconocimiento de su patrimonio que se dieran desde los noventas en adelante;  procesos difíciles y duros que no terminan de consolidarse debido a la ignorancia de los políticos, o profesionales oportunistas que con intereses individuales siempre, han manejado un botín de ambiciones para conducir los proyectos a sus arcas personales, cosa que he visto suceder en todas las administraciones a las que ha tenido cercanía.

Es fundamental la investigación histórica, como principio esencial del valor evolutivos de las urbes y buenos profesionales no han sido insensibles de estos valores en Quito.  Recuerdo con mucho agrado las investigaciones de los asentamientos pre hispánicos y la reconstrucción de las quebradas originales de Inés del Pino o el estudio la Ciudad y los otros, por Eduardo Kingman, donde se estudian la salubridad del la ciudad y sus connotaciones políticas…si es que hablando de conocimientos y estudios  serios se podría no terminar.  Hay quien ha hecho conocimiento y quien ha hecho negocio, pero entre los unos y los otros el futuro de la ciudad no es prometedor, pero esto no es una calamidad de los malos profesionales, sino una debilidad que la sociedad Quiteña ha permitido y que por tanto en mayor o menor medida es artífice de ella.

Hoy en día está reconocido a nivel global, las sinergias sociales como elemento fundamental de la intervención de centros urbanos.  Esto si bien no es una novedad, siguen en las reflexiones de las autoridades primando la imagen política, la apariencia y el negocio de un círculo reducido, pero lo que creo que es más grave, es que esto no es un accionar ya de intereses, sino que ahora a la distancia, empiezo a entenderlo como un elemento esencial de la identidad Quiteña.

Finalmente y para resumir, no condeno ni considero un sacrilegio el derribo de los edificios en el Centro histórico de Quito. Por sobre todo considero una debilidad ciudadana, el haber permitido que sin un debate adecuado, la ignorancia de autoridades endebles no hayan permitido a la población misma deliberar y llegar a proceso de empoderamiento y toma de decisiones;  Me parece muy triste el haber gestado una intervención de tal importancia, desde la prepotencia y el abuso poco inteligente del poder, eso por sobre todo explica los pocos criterios contemporáneos de intervención en centros sensibles.  Deja ver también, la muy reducida comprensión de las dinámicas sociales sobre el entorno construido y la casi nula comprensión del paisaje urbano como elemento articulador de imaginarios, y estos como elementos fundamentales del sostén y cultivo de la identidad y por tanto, la ignorancia absoluta de los procesos  reales de sostenibilidad de un espacio patrimonial.

Solo espero que el costo que el Centro de Quito en si mismo pague por este error, sea el que precautele de mayores, pero temo equivocarme.