Llevaba muerta cinco días, y yo no me animaba ni a mirarla, allí, bajo mi cama. La verdad, es que ni siquiera me sabía mal, en realidad, me daba exactamente igual. Tuvieron que pasar varios meses hasta que Pascal la echó de menos, entonces me preguntó por ella y, yo muy cínicamente mirándole a los ojos, le expliqué.
-Mira, cuando noté que le faltaba el aliento, intenté resucitarla en el garaje, junto al coche, luego vinieron los de emergencias e hicieron lo suyo; -pero todo fue en vano, espero que no te importe, igual, ya tenía más de cuatro años… -Si te parece, te compraré otra de mejor calidad.
-¡Ya ves!, las baterías no son como las esposas.