Se habla español

Siempre aposté por la disidencia. Ese espíritu muy propio de la juventud de coquetear en la frontera del anarquismo y el borde del «protestar por protestar» en gran medida he logrado que permanezca en mi. A lo mejor es una posición crítica o solo consecuencia de haber nacido en MAYO DEL 68, lo cierto es que cuando conocí a Gabriel García Marquez, ya había paseado por gran parte de la MARAVILLOSA literatura de mi Pueblo, y quiero referirme desde los sentimientos de indignación que me produjo La hoguera bárbara hasta las incontenibles risas provocadas por las aventuras del Chulla Romero y flores y terminando en las profundas reflexiones a las que me llevó Entre Marx y una mujer desnuda.
Creo que lo más valioso que ha salido del «gabo» es su posición frente a la ortografía y estoy convencido que la realidad de cada «Macondo» que existe en latinoamérica supera con creces a cualquier obra de realismo mágico , con todo el respeto que este estilo literario se merezca. Con esto quiero sugerir una posición frente al realismo mágico, con esto quiero expresar mi inmensurable respeto a la literatura latinoamericana, especialmente a todas la que se apegan o caben dentro de este «estilo» que no creo que es otra cosa que el acercamiento más sensible y creativo que se ha hecho a un pequeña parte en extinción de América Latina.

Acabo de leer SE HABLA ESPAÑOL. Una maravillosa selección de narraciones escogidas por Alberto Fuguet y Edmundo Paz Soldán. y dentro de mi solo cabe un SI, si rotundo, cálido, cercano, si de una parte importantísima de las aventuras contemporáneas de mi pueblo. Me siento identificado, me siento en ellos, en montones de formas de mirar su entorno ajeno, que poco a poco aprendemos a fingir, y bien, que es algo nuestro o que nos sentimos partes de. Que más decir…me he visto en las historias, he sentido mucho de los narrado, especialmente las sensaciones de desasociego, de una cierta dosis de locura, que la ausencia de los elementos que representan tu identidad provoca. He sentido una cierta dosis de fuerza sobrenatural que, no se de donde, saca uno para sobrevivir ante la adversidad y las múltiples formas de marginación. ME HA SENTIDO en las historias aunque sé que hoy dentro de mi realidad, mis hijos rubiecicos y ojiclaros, comen tostadas con aceite, adoran el jamón mientras me empeño en que echan de menos sus montañas.
A lo mejor esto solo son las añoranzas y morriñas de una longo de la Vicentina en algun sitio de europa.

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