Está muy bien el planteamiento de Wong Kar Wai en su primera película de habla inglesa, My blueberry nights.
Me gusta lo que propone, una historia simple y sencilla para llegar a algo mayor, Con una estética muy cuidada.
Las cosas para que lleguen hay que necesitarlas mucho y desearlas poco,-yo acotaría-, y no buscarlas; solo estar atento, el momento en que pasan delante de uno y tomarlas. Siento que es además un acercamiento interesante al azar y la casualidad. Incluso al luto, a la muerte de un amor.
La estética de la penumbra me recuerda mucho a la bohemia, a la serie de cuadros Saxos sexos y convexos de Sócrates Ulloa, a todos los recuerdos de bares, noche y penumbra ligados al desamor, al amor, al desamor… al amor.
Norah Jones, la protagonista, no está nada mal como actriz, un poco opacada por el resto del elenco que es de primera, pero claro, imagino que debutar con Wong Kar Wai, promete estar en primera línea de aquí en adelante.
Yo resumiría el argumento de la película, con la canción de Fito Páez El Amor después del amor
Trilok Gurtu junto con la Arkè string quartet, hacen un cd (es del 07) se llama arkeology, es escalofriante, bueno este es el efecto que los violines me causan, escalofríos, esto me recordó a uno de mis violinistas preferidos, Danny Cobo. Un homenaje a Él.
y el escalofrío me ha recordado a este párrafo:
«¿que es el vértigo?¿el miedo a la caída?¿pero por qué también nos da vértigo un mirador provisto de una valla segura?. El vértigo es algo diferente al miedo a la caída. El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual nos defendemos espantados» (tomado de LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL SER. Milán Cundera, segunda parte, capitulo 17.) CREO QUE LA VIDA SE TRATA MAS DE ESTO QUE DE FELICIDAD
Buena forma de contar una película; desde la mirada de un niñ@. Esto me ha hecho entender que las cosas pueden no ser tan duras como uno las piensa, me refiero a la guerrilla y todo lo que implica. A veces intento hacer el ejercicio de ver las cosas y las circunstancias a través de mis niños, es difícil pero cuando uno lo logra es alucinante como puedes entrar en una dimensión «prohibida para adultos», hay gozo y dulzura en todo. creo que la Película es brillante al momento de contarla, no tanto así su historia misma, entiendo que la directora pretendía hablar de sus miedos y no sé si logra transmitir eso, se que es una película para ver y sobre todo disfrutar los efectos, que con un «trazo» que conecta enteramente con lo infantil, ilustra momentos o detalles claves dándoles un realce exquisito. la banda sonora está muy bien, especialmente el tema clásico de Hasta siempre Comandante de Carlos Puebla, versionado por los Mexicanos y ex-Molotov: Micky Huidobro y Paco Ayala, imposible de conseguir por ello posteo la mejor que conozco que es la de Héctor Napolitano.
cuando pienses en mi, encuéntrame en las cosas más sencillas, aquella plaza con fuente, el sonido discreto del agua, el reflejo del sol en cada gota, que luego de airearse al viento, vuelve a la fuente.
cuando pienses en mis plazas, recuérdame sus antiguas bancas, donde estudiaste, reíste, donde lloraste, enamoraste.
cuando pienses en mí recuérdame en los besos más sinceros.
recuérdame en las voces anónimas, los voceadores de periódicos, los vendedores de lotería, el ruido de los autobuses y los coches. algún gato de tejado en las noches, algún aullido de perro callejero.
cuando pienses en mí recuerda a mi viento de nevados, gélido, letal. recuerda mi cielo de verano, azul entero, impecable. recuerda a tu sol, canicular, intenso, total.
cuando pienses en mí, encuéntrame en las noches más enteras las noches con estrellas, luna y amor.
encuéntrame en chimenea con libro en frío con manta en sed con agua en beso con caricias.
cuando pienses en mí recuerda que también me haces falta.
hoy te echo de menos, hombre pájaro, hombre viento echo de menos cuanto camino corrí tras mis deseos echo de menos las piedras mojadas de las calles infinitas olores de Palo santo e incienso de los Diciembres lluviosos
emociones navideñas, apenas apañadas con retales de villancicos reuniones familiares, novenas y abrazos sinceros
hoy no más hombre viento ni deseos hoy menos vuelos y más realidades sonrisas postizas y ajenas de festejos extraños
solo quedan las emociones infantiles y honestas solo quedan montones de sueños guardados rotos, esperados
solo queda esperar que sea leve y el próximo menos.
Mi memoria no es frágil, y mis sentimientos perduran lo suficiente para combatir el rencor:
A la muerte de un canalla
por Mario Benedetti
Los canallas viven mucho, pero algún día se mueren
Obituario con hurras
Vamos a festejarlo
vengan todos
los inocentes
los damnificados los que gritan de noche
los que sueñan de día
los que sufren el cuerpo
los que alojan fantasmas
los que pisan descalzos
los que blasfeman y arden
los pobres congelados
los que quieren a alguien
los que nunca se olvidan
vamos a festejarlo
vengan todos
el crápula se ha muerto
se acabó el alma negra
el ladrón
el cochino
se acabó para siempre
hurra
que vengan todos
vamos a festejarlo
a no decir
la muerte
siempre lo borra todo
todo lo purifica
cualquier día
la muerte
no borra nada
quedan
siempre las cicatrices
hurra
murió el cretino
vamos a festejarlo
a no llorar de vicio
que lloren sus iguales
y se traguen sus lágrimas
se acabó el monstruo prócer
se acabó para siempre
vamos a festejarlo
a no ponernos tibios
a no creer que éste
es un muerto cualquiera
vamos a festejarlo
a no volvernos flojos
a no olvidar que éste
es un muerto de mierda.
Frente a un problema concreto, la reacción mental del hombre inteligente es dinámica: buscará el camino de la solución, a menudo a través de exploraciones, de asedios desde distintos flancos, de razonamientos abandonados en un punto y recomenzados en otro, hasta encontrar la salida. En latín, salida se dice exitus, que los ingleses tradujeron por exit. La inteligencia conduce al éxito.
Ese mismo idioma, madre del nuestro, cuyo estudio hoy les parece superfluo a algunas autoridades universitarias, tiene un verbo, stupere, que significa quedarse quieto, inmóvil, paralizado y, en sentido traslaticio, mentalmente detenido como delante de un cartel que dijera stop.
De ahí deriva la palabra estúpido: hombre que permanece entrampado por un problema sin atinar con la salida, aunque a veces adopte la agitación convulsa de una mariposa encandilada por una luz muy fuerte o los movimientos desesperados de un animal dentro de una jaula. Hablo siempre de lo que ocurre en la mente. Las dos únicas reacciones del estúpido serán la resignación o la violencia, dos falsas salidas, dos fracasos.
Salvo casos patológicos, todos somos inteligentes respecto a un tipo de problemas y estúpidos respecto a otro tipo de problemas. Pero nuestra inteligencia y nuestra estupidez no dependen de nuestra moral. Hay inteligentes moralmente canallas y hay estúpidos moralmente intachables. Cuánto la inteligencia y la estupidez le deben a los genes y cuánto a la educación (digamos, a la gimnasia) es un asunto que dejaré de lado para que no me usurpe todo el espacio del que dispongo.
Pero no querría pasar por alto un dato: sin el auxilio del intelecto, esto es de la capacidad del análisis critico del problema, y sin la posesión de conocimientos relacionados con ese problema y adquiridos por experiencia propia, o por revelación ajena, la pura inteligencia no llegaría muy lejos en el camino del éxito. La estupidez, por mas que acumule conocimientos, no sabe que hacer con ellos. Y no es raro que un intelectual, ducho de análisis critico, sea incapaz de hallar soluciones.
Sabiduría
El desarrollo, en un mismo individuo, de la inteligencia, del intelecto y de los conocimientos bien puede llamarse sabiduría, si no en la aceptación teísta que le dan las Escrituras, por lo menos como tributo humano susceptible de adquisición y de pérdida. Pero aunque no haya sabios in omni re scibile, y hasta Leonardo Da Vinci falle en sus experimentaciones con los óleos y pigmentos de sus cuadros y Albert Einstein no acierte en ubicar el hotel donde se aloja, ambos merecen el título de sabios no menos que Plinio el Viejo, muerto sin embargo, según Suetonio, a causa de una estúpida temeridad.
Con alguna frecuencia la realidad nos pone, de momento, mentalmente paralíticos. Es cuando decimos que estamos estupefactos, lo cual significa «estar hechos unos estúpidos». La inteligencia, si la tenemos, vendrá a rescatarnos de esa pasajera estupidez que, por no ser insalvable, se llama estupefacción. A propósito: alguna vez Solyenitzin escribió que la televisión nos sume en largos intervalos mentales de inmóvil estupor. ¿Dispondremos de la suficiente inteligencia como para no ser dañados por los poderes estupefacientes de la hogareña y diaria televisión?.
Situada a mitad de camino entre la inteligencia y la estupidez, la viveza comparte con la inteligencia, el dinamismo mental y, con la estupidez, la incapacidad de encontrar la solución a un problema. Se mueve, pero no en dirección de la salida ¿ hacia donde se dirige? Ese es su secreto, la formula que le permite ponerse a resguardo de la humillación y del desprestigio que sufre la estupidez.
La viveza, creo yo, es la habilidad mental para manejar los efectos de un problema sin resolver el problema. El hombre dotado de viveza, el vivo, no ejercita la inteligencia, sino un sucedáneo de la inteligencia, apto para entenderse con las consecuencia prácticas del problema, pero no con el problema mismo.
Dicho de otro modo, el vivo se mueve mentalmente en procura de cómo eludir los efectos de problema, de cómo (en la mejor de las hipótesis) volverlos beneficiosos para él ó (en la peor) de cómo desviarlos en perjuicio de un tercero. La viveza, pues, necesariamente se conecta con la moral. Sin el concurso del egoísmo no se puede ser vivo. Y para echarle el fardo al prójimo sin que este se resista, es imprescindible cierto grado de inescrupulosidad y hace falta practicar algún genero de fraude siquiera verbal.
Observado durante un corto plazo, el vivo da la impresión de haber obtenido éxito, de ser inteligente: se desplaza entre los problemas sin padecer las consecuencias o, mejor aún sacándoles provecho. Como el flujo de los efectos no se interrumpe, el vivo no puede entregarse a los ocios y recesos de la viveza.
De ahí que se los suele calificar de «despiertos». Aparenta una brillantez mental que engaña a las miradas superficiales. El inteligente, cuando está armando sus estrategias para atacar un problema, parece amodorrado y, en comparación con el vivo, un poco estúpido.
Cuanto más complejo sea el problema, mas exigirá del inteligente paciencia y esfuerzo, mas lo someterá al silencioso y tedioso análisis crítico y al constante repaso de los conocimientos. La viveza no puede permitirse esas demoras. Los efectos prácticos del problema no esperan mucho tiempo para hacerse sentir. De modo que el vivo está obligado a la rapidez y, consecuentemente, a la improvisación de sus métodos por lo general empíricos. Otra vez el inteligente comparado con el vivo, parecerá lento y hasta torpe. Si los efectos del problema, por su magnitud o por su complejidad, sobrepasan las posibilidades de la viveza para eludirlos, para aprovecharlos o para torcerlos hacia un costado, el vivo, por fin acorralado como un estúpido, no sucumbe ni a la resignación ni a la violencia, no confesará jamás su fracaso, no devolverá las armas que esconde en su mente: buscará algún chivo emisario a quien cargarle la culpa.
En todas las sociedades conviven los inteligentes, los estúpidos y los vivos según proporciones distintas para cada una de ellas. Para Borges no había ningún italiano ni ningún judío estúpidos. Exageraba, sin duda. Pero ahora imaginemos un país ficticio donde, por razones genéticas o por razones históricas, los vivos estén en mayoría. Esbozaré la novela de lo que podría ocurrir en ese país imaginario.
Puesto que son mayoría unos vivos ocupan el gobierno. Y otros vivos los eligen. Los vivos que los eligen, y por supuesto los estúpidos, incapaces de solucionar los problemas del país, los transferiría a los elegidos. Y los elegidos, como vivos que son, se dedicarán a lo suyo: ponerse a salvo de los efectos de los problemas, sacarles provecho o desviarlos hacia los demás, así sean vivos, estúpidos o inteligentes.
Durante un tiempo los estúpidos parpadearán de catatonia mental, los inteligentes se sentirán marginados y los vivos tratarán de imitar la viveza de los gobernantes. Mientras tanto los problemas, sin resolver, se acumulan, se multiplican, se superponen.
Stop
Hasta que, fatal, llega el día en que los problemas forman una pared compacta con un cartel que dice stop. Y ahí la sociedad se detiene. Entonces los estúpidos, si no se resignan, se vuelven violentos. Los inteligentes toman su valija y huyen. Y los vivos corren de un efecto a otro efecto vendando aquí, remendando allá, emparchando mas allá. Dejan los bofes en ese desesperado ir y venir por entre el caos de los efectos sin control. Y para disimular su impotencia recurren a los fantasmas de los chivos expiatorios y a un lenguaje esquizofrénico que, disociado de la realidad, seguirá pronunciando el discurso con que alguna vez embaucaron a la estupidez.
Estúpidos de brazos cruzados o de brazos armados, inteligentes en fuga, los vivos parlanchines y desesperados: tal sería la imagen de ese país ficticio caído al pie del ominoso stop. Para él no habrá sido una salvación, un grito de guerra: ¡La inteligencia al poder!! Salvo que todos los inteligentes hayan huido, hipótesis que no parece verosímil, la novela podría tener un final feliz.
Hace mucho que no soñaba, sé que mis sueños siempre han sido un termómetro de mi estado, sé que ahora estoy soñando por que estoy empezando a tener PISO. Durante mucho tiempo tuve una libreta junto a mi mesa de noche con un lápiz, esa libreta, la misma, aún la conservo y se que es momento de sacarla, tenerla a mano. Sé que debo capturar lo que quiere salir.
El camino era estrecho, muy estrecho, por momentos y pensaba que esa seguidilla de árboles jamás terminaría, claro que en este rato los agradecía por la fría sombra que me daban. Por momentos y me recordaba a esa sensación de los veranos en Europa, cuando pasas por frente a las salidas de los sótanos y una ráfaga de aire frío te azota, esa extraña sensación de ser atrapado por algo que no puedes ver, que se siente bien, tan bien, como cuando en mis sueños ella me besaba. En momentos y me recordaba las palabras del Carlos cuando estábamos aprendiendo a soñar.
Sueña!!, sueña!! Me decía mientras abría airoso sus manos y con el ceño totalmente estirado miraba hacia el cielo antes de caer boca arriba y levitar por horas, luego, cuando comentábamos lo que habíamos soñado, el siempre hablaba de esa sensación de dejarse atrapar y de soltarse, de ese calor, de ese frío, de ese calor, de ese frío…y así, hasta llegar al bosque encantado; Y siempre me pregunté que había en él.
¿Por qué el Pancho siempre soñaba en ir allá?
Nunca me imaginé que tan solo tomando el jarabe, sería posible embarcarse en el viaje que ahora lo estoy haciendo y sentir que todo lo que soñaba era posible, que todo era real en la cabeza de los que habíamos aprendido a soñar.
La verdad, ya me duelen los pies, pero es más fuerte la intriga de saber que todo lo de los sueños estará allí, al final del camino de los cipreses enanos que eran grandotes.
Creo que he caminado más de diez toctes, en realidad aun no me acostumbro a contar el tiempo en toctes, Cada vez que uno de ellos cae anunciando uno nuevo, siento que me hago más feliz. En el no sueño, era triste cumplir años y sentirte más viejo y que no se pueda mensurar la sabiduría que habías alcanzado. Pero cada tocte se desvanece hasta que caiga otro y se hace parte de la tierra, creo que es algo como circular, uno cae mientras otro se deshace, como nacer y morir, como que fuera un solo tiempo el de nacer y el de morir el de crecer y crecer.
Además, no entiendo por qué no tengo sed, como la que te da cuando estás chuchaqui, sólo necesito detenerme un momento, pienso en un río, en el mar, o en los bolos helados que vendían en Canoa, y la sed se va, es como si fuera mágico.
Aun recuerdo cuando hacíamos el jarabe entre las palabras del conjuro y la oración de purificación. Braulio, el pordiosero que hacía de shaman, dijo algo como:
“ que todos tus pensamientos se hagan sueños y que todos tus sueños sean como quieran los astros y todos los dioses que nos bendicen,
el del amor, el de la sed, el de la confianza y el de la solidaridad, y que todos nos acompañen en el bosque de los cipreses enanos y que todos los veamos grandotes”.
Supongo que estoy llegando a algún sitio, porque siento más calor, pero es extraño, mis pies ya no me duelen, en realidad ya no me duele nada, es una sensación que no había sentido jamás, todo, cada parte de mi, si frunzo el ceño siento instante a instante como cada parte se va retorciendo, siento como a cada paso que doy, cada ligamento y tendón se va estirando y contrayendo, pero mis pasos son ligeros, como si mi cuerpo no pesara nada, en realidad ya no estoy en contacto con el piso, si, en realidad estoy flotando.
No dejo de recordar el rostro del pordiosero, Braulio.
Siempre sentí algo extraño cuando me pedían dinero y trataba de no mirarlos, al ver sus muñones de los miembros amputados o al escuchar esos roncos sonidos que hacían al intentar hablar. Se me erizaba la piel de recordar que en otros siglos los escondían y los trataban como demonios o animales. Pero yosiempre pensé que no eran demonios sino algo similar a dioses, o conocedores de lo que ignorábamos los supuestos normales que estamos llenos de anormalidades y desfiguraciones del alma.
Creo que fue a principios de Febrero, cuando al pasar junto a un chapita de esquina en el final del parter, Braulio nos miró. Traía un sombrero de esos que venden en Monte Cristi, era rojizo con negro, y hacía que se ilumine su rostro con puntitos rojos y grises; una camiseta de “ Nebot presidente”, medio rota, y un pantalón de todos los colores.Abrazando parte del pantalón y los muñones de las piernas amputadas,unos pedazos de tubo de llanta amarrados con sogas, para arrastrarse cómodamente.
Junto a el, un tarro de un cuarto de aceite para recoger los sueltos y su vehículo, un monopatín solo con tres ruedas;
Braulio hizo varios ruidos llamando nuestra atención. Nos acercamos un poco, tanto como para percibir ese ácido olor que emanaba, creo que por momentos y se podía ver, tal vez y era azul o violeta. No me refiero a Braulio sino a su olor.
No se que hubiera sido de nosotros si José, mi cabo segundo, no se acerca a traducirnos los grotescos sonidos de Braulio. Ellos dos se entendían perfectamente, y es que él había sido asignado desde hacía siete meses a la misma esquina gracias al intercambio de favores con María, la empleada doméstica del coronel Martínez.
Para el chapita, la esquina era maravillosa.
En ella cogían el bus los dos hijos del coronel, y a dos cuadras estaba la casa, de tal modo que era perfecto para unos momentos de romance hasta que el bus llegara, todos los días, siete y media de la mañanay una de la tarde.
Además ese “PARE” detrás del árbol, hacía caer a cuatro o cinco ingenuos conductores diarios, que permitían llegar con el pan y a veces hasta con la leche para los guaguas y su mujer, la oficial.
“Dice que ustedes son elegidos”- nos tradujo José.
“ ¿Elegidos para que?- pregunté ingenuamente.
“ Ah!, el patojito se llama Braulio y desde la última vez que le atropelló un bus, por pedir plata, quedó medio loco, es como si se creyera brujo o algo así”.
“ ¿Qué dice?, ¿qué dice? ”.
“ Dice que vengan a las siete de la noche, cuando el se alza, y les explicará bonito”.
Por momentos dudamos con Pancho en ir a la cita, pero realmente era mucho más fuerte la curiosidad de saber si todo lo que pensaba de esos pordioseros era verdad o no.
En realidad yo le convencí al Pancho de ir, con todo un discurso de no hacer de menos a nadie, y que al final todos aquellos mendigos eran personas y se merecían nuestra atención, respeto y solidaridad.
Cuando eres estudiante y no tienes más responsabilidad que la de cobrar sueldo de hijo y dedicarte a defender causas ajenas, como la de la subida del pasaje, la ecología y hasta ayudar a botar ministros, es fácil aprender a crear discursos, hasta para defender a las mariquitas rojas del árbol de capulí de tu vecino.
Estuvimos a las siete, Braulio, entre señas y sonidos roncos, nos explicó que le siguiéramos caminando. Fueron como seis cuadras detrás de su monopatín; Al arrastrarse, el sonido era espeluznante: sus gemidos broncos de ese respirar agitado, como si se estuviera ahogando, o los mocos que no le permitían respirar, mezclados con el rechinar de los fierros de la llantas que faltaba en el monopatín y los pedazos de taco del zapato que usaba para impulsarse.
El Pancho y yo, no nos dijimos nada durante todo el trayecto, en momentos nos regresábamos a ver y creo que solo seguíamos, pensando que el otro estaba más asustado que uno.
Al llegar, un terreno baldío con olor a orinas, en el fondo, un montón de plásticos y cartones de colores viejos y oxidados por las hojas de zinc que lo cubrían. No se podía entrar, tal vez si nos hubiéramos arrodillado. Solo Braulio entró, por el pequeño hueco que servía de puerta, como casita de perro.
Pronto salió sin su monopatín, arrastrándose sobre un pedazo de estera, traía una botella sostenida en sus dientes, un libro y una vela. Abrió el libro en cualquier página y nos mostró, era una figura femenina desnuda con sus respectivos atributos. Al pie de la página de papel periódico, en letras pequeñitas decía:
“ Fig.30. La Maja desnuda de cada hombre en cada sueño”.
Tan pronto la terminé de leer cerré el libro, en letras como manuscritas se leía:
SACROSANTO MANUAL DE CONJUROS PARA SUEÑOS Y OTRAS MAGIAS.
Braulio, gimió fuertemente y entre ese ruido infernal se retorció hacia atrás, se sostuvo de algo de hierba larga que alcanzaron sus manos, hasta que los muñones de los pedazos de piernas saltaron hacia delante y él se quedó estirado boca arriba.
Creo que estuvimos a punto de salir corriendo, de hecho, retrocedimos algunos pasos como buscando resguardo a esa Kafkiana escena. Luego nos miramos, el Pancho, tenía ojos de pescado frito y cinco centímetros más de frente, y supongo que yo también.
Por un momento hubo silencio. Luego, Braulio nos miró y sonrió, sus amarillentos dientes se habían transformado en una sonrisa casi hollywoodesca. Con un acento que no se podía distinguir si era tartoso o extranjero, nos dijo:
“ Lamento toda la escena de susto que acaban de tener, pero era necesario saber si en realidad eran ustedes los elegidos”.
En seguida el Pancho preguntó:
“ ¿ Elegidos para que?”
“ Para lo que han estado deseando desde hace tiempo”.
“¿ Y cómo sabes quéhemos estado deseando?”
“Yo, como todos si se propone, puedo saber lo que alguien desea, tan solo por la expresión de sus ojos”
“Bueno, ¿pero qué es lo que hemos estado deseando?”
“ Soñar y aprender a manejar los sueños”
“ Oye, pero si sólo hemos leído un par de libros de Castaneda”.
“ No es sólo eso, es que toda la vida se han estado preparando para esto;Cuando sus padres les permitían jugar con seres imaginarios, se estaban preparando para esto, cuando hicieron las sesiones de espiritismo, también, cuando en Baños el Oswaldo tuvo vuelos astrales, ustedes se morían de envidia. Siempre han estado estudiando para esto, para pasar a otra dimensión, pues bien, yo estoy aquí para enseñarles lo que falta.
Con este libro y varios ejercicios que haremos desde hoyhasta su viaje final, quedarán convencidos de que nada fue en vano, de que todo el esfuerzo que han hecho, tendrá solamente el resultado que ustedes quieran, ustedes están limpios y por eso estoy seguro de que nunca utilizarán sus dones para el lado obscuro.”
“Bien, empecemos”.
Nos hizo arrodillar frente a él y encendió la vela. Casi mágicamente, la lluvia y el viento que había, no la apagaban. La asentó sobre una pequeña piedra, levantó la botella,que a la transparencia de la poca luz que había, dejó ver que tenía algo de un líquido. En seguida comenzó un largo discurso en un idioma que parecía oriental, casiy solamente eran monosílabos, al terminar, él lo bebió y nos pidió que sostuviéramos la botella con ambas manos y cerráramos los ojos. Cuando fue ni turno apenas la tomé sentí que el líquido estaba caliente, cerré los ojos con una insostenible sensación de levantar mi rostro al cielo.
Instantáneamente comenzarona correr por mi mente, como una película, todos los sueños que solía recordar, pero a colores y con las sensaciones reales. Cuando veía el sol sentía calor, cuando hacía viento sentía como mi pelo se movía, cuando llovía sentía que el agua corría por mi cara; De pronto, Braulio aparecía en la imagen, estaba bien vestido y con piernas, parado en la entrada de un túnel, y me invitaba a entrar. Cuando yo me acerqué me explicó que dentro del túnel ya no había regreso.
“No podrás regresar”- dijo- “y ya nunca podrás dejar de soñar, desde hoy tu deber será enseñar a los demás a creer en sus sueños”.
Yo aceptaba moviendo la cabeza y comenzábamos a caminar hacia dentro juntos. En ese momento, sin ninguna indicación, baje la cabeza y abrí los ojos. Por un momento me molestó la real obscuridad en la que estábamos, el paisaje era el mismo, el terreno baldío, rodeado de las culatas planas de las casas vecinas. Sentí frío, no distinguíal Braulio ni al Pancho, solo eran dos siluetas en penumbra.
Braulio estiró sus manos sin decir nada y tomó la botella. Sus manos estaban heladas. El Pancho me miró sonriente y en voz muy bajadijo:
“ chévere, ¿no?”.
“¿Alguno de ustedes tiene fósforos?”- dijo Braulio.
El Pancho sacó la fosforera fucsia que siempre llevaba y la encendió acercándola a la botella.
“¡ No!, ¡No!”- dijo Braulio tomándola con la otra mano.
La volvió a encender y la metió dentro.
“Esto simbolizará siempre la pasión de sus sueños, que jamás se apagará”.
Y en efecto, la fosforera cayó parada dentro de la botella y siguió encendida mientras él nos pidió beber el contenido. Era dulce, casipodía asegurar que tenía miel. La bebí despacio, como saboreándola, y me recordó a Javier, el español que conocimos en el Café de la Plaza Mayor, que nos enseñó a tomar vino. Braulio me miró y sonrió diciendo:
“Si, si, es como tomar vino”.
En seguida le pregunté: “ ¿cómo sabías lo que pensaba?” .
El solamente respondió: “Javier también fue mi alumno, ya lo volverás a encontrar en tus sueños”.
Regresando a casa, no podía parar de escoger con cual de los sueños que tenía podía empezar. Al llegar, como siempre, me calenté algo de sopa que había sobrado. Me acosté escuchando un CD de Charly García. Me dormí pronto, tal vez por el ansia de saber si el jarabe de fosforera realmente hacía efecto. La verdad, nunca pensé que sería precisamente esa noche cuando empezaría, y menos aun que el primer sueño real sería este que no lo conozco.
Si, en realidad ya estoy llegando a alguna parte, cada vez hace más calor, los cipreses enanos son más espaciados y pequeños. Ahora ya realmente parecen enanos, cuando comenzó el sueño y el camino eran como de varios metros. En el fondo se ve una planicie de hierba. Al llegar sentí que muchas otras cosas eran diferentes, el verde de la hierba era tan fuerte que parecía que si la topabas te mancharías, el sol era fuerte pero no sofocaba, además, se movía hacía donde uno iba, supongo que para calentarte mejor.
Me senté como para descansar, pero no estaba agotado, sino más bien como ávido por más sensaciones nuevas.
Delante de mi, entre la hierba, en cuestión de segundos, un girasol comenzó a salir. Fue primero un botón, y el tallo. Luego, mientras este seguía saliendo o creciendo, la flor se empezó a abrir. Cuando terminó, hizo varios movimientos hacia los lados como si me mirara y luego se detuvo. Yo, vulgar destructor de la Naturaleza, intenté arrancarla y me estremecí de escalofrío cuando gritó. Me puse de pie, dando un paso hacia atrás. Luego de mirarla, y dudando entre hablarle o salir corriendo, estiré mi mano y la flor se acurrucó en ella, saliendo de la tierra con una expresión de ternura. La acaricié y la apreté con cuidado en mi pecho.
Me volví y encontré frente a mi una casa con los colores más cálidos que jamás había visto. Las ventanas eran azules y con remates circulares, las contraventanas eran blancas, todas las paredes tenían diferentes colores pero una misma textura rústica, como de barro. Una sola puerta dentro de un pórtico de madera.
En un lado había un columpio y una hamaca de hilos blancos. Junto a la puerta, en una cartelera negra como de pizarra estaba escrito:
“ Menu del día.4 de Agosto
La vida realmente comenzará a ser bella, cuando dentro de ti sientas que un girasol te ha sonreído, cuando sientas que toda esa poesía escrita y descrita en tus años de búsqueda, haya tomado sentido y encontrado su razón. El amor de verdad, el amor de amar a propios y extraños realmente estará en cada sentir, en cada paso, en sentir cada pierna, cada ojo, cada parpadeo, en silbar con los pájaros y nadar con los peces, en sentir verde, mas verde cada día la hierba que mires, cada vacilar de intenciones, tus oídos se sentirán cálidos como un violín y tus ojos se empalagarán en una selva. Y tu mismo te empalagarás y disfrutarás de todo lo que sientas, la sonrisa de una arruga, y el cantar de una planta, los colores del viento y los sabores de un atardecer, todo eso será y todo eso tendrás, todo eso compartirás si realmente aprendes a amar y a soñar, no mas estarán los cuchos obscuros y dolorosos que te hicieron crecer.”
Me siento valeroso y capaz de entrar, acerqué mi mano hacia la cerradura y antes de que la tocara, se abrió casi sola. Dentro estaba ella, como en todos mis sueños, fina, delgada, cabello suelto y rubio y ojos más preciosos que el cielo .Tan pronto como quise hablarle desperté y siento que hoy realmente es un día de colores.
He terminado de escuchar Sangoma de Miriam Makeba que hace poco murió. No se mucho de ella, pero su música realmente creo que tenía un conecte especial. Sé concretamente que este era considerado por ella el mejor disco que hizo y estaba dedicado a su abuela quien fue sangoma de su pueblo. Pero realmente hay que escucharla para saber que canta la esencia de su cultura.
Algún día se enterarían de quién era el que movía el espejito, era mi regalo de la mañana, el espejo móvil estaba a la izquierda, su foto de los veinte años a la derecha, al momento de maquillarse, mamá legañosa y recién levantada se miraba despacito y tan pronto como agachaba la mirada al grifo yo movía el espejo enfocando a la foto, ella alzaba la mirada y se volvía a encontrar con la edad en la que me tuvo, me regalaba ese cachito de sonrisa cariñosa y se seguía maquillando, cuanto me pesa haberme ido.