Difundir Arquitectura

Original publicado el 27 de marzo del 2019

La cotidianidad nos vuelve claramente vulnerables al mainstream prácticamente de cualquier naturaleza.  Ya sea por morbo, por hacer conversación de bar, por hojear un periódico en el desayuno, es casi inevitable vernos salpicados de ello.  De esta manera, permitimos que la cotidianidad misma nos empuje a ir de escándalo en escándalo, de reality en reality…  Así, perdemos la noción y la conciencia de valorar la calidad, impregnando todos los eventos de una naturaleza sórdida, superficial, debilitando claramente nuestro criterio de juicio y volviéndonos en gran medida víctimas de un consumismo que, como una máquina, nos termina por devorar.

A lo mejor, éste es un efecto del neoliberalismo y está bien. O no. A lo mejor, si que podemos hacer algo.

La arquitectura y sus disciplinas afines no están exentas de este mismo mal.  Sin que seamos realmente conscientes de cómo se altera la percepción y por tanto la formación de nuestro imaginario, el mismo del que tiramos al momento de buscar inspiraciones o ideas del trabajo creativo.  Justamente en una anterior entrega a este mismo medio, comentaba cómo la construcción de nuestra idea de ciudad no solamente tiene que ver con lo escrito por Lynch, lo estudiado  por Rykwert, lo investigado por Delgado, Silva y tantos, sino también por todo lo que nos va alimentando como repertorio de imágenes.  En el citado artículo, hacían alusión a recreaciones digitales de videojuegos, pero ahora me interesa resaltar lo que implica ese mainstream de la “gran arquitectura y los grandes arquitectos”

Hace poco José Ramón Hernández, convocaba por redes sociales, a sus no pocos seguidores a elaborar un listado de los 20 edificios más destacados de la arquitectura moderna.  Esto, a propósito de la gran actividad que suscitó un artículo publicado en el País sobre el reciente libro de GG, en el que arquitectos de prestigio han colaborado en definir 100 edificios del siglo XX.  Sinceramente, me alegró mucho la iniciativa de José Ramón por una razón fundamental, y era que ponía a mano y hacía abierta y alcanzable la participación de una iniciativa interesante, que por ese mismo argumento hacía algo más prosaica y cotidiana.  Personalmente, me interesa más un listado así, antes que las obras famosas ordenadas por famosos, y sin embargo de lo cual, creo que tanto el orden como la representatividad de muchas es extremadamente relativa.

¿Podemos discutir de la validez y representatividad de obras como la Villa Savoya, el MoMa de Nueva York, Casa Farnsworth, o Ronchamp?

Pues claramente que no, no podemos.  Podemos discutir su posición en un listado y siempre habrá polémica, pero nunca podríamos dudar de tan contundente aporte al desarrollo de la arquitectura, de un momento en el que se cambió todo. Un momento en el que se replantearon principios de la arquitectura que aún tienen vigencia.

Entonces, ¿qué nos merece la pena discutir?

Yo apuesto por la obra sencilla.  Apuesto por esos arquitectos locales que se dedican con vehemencia a proyectar, resolver problemas concretos para clientes con cuentas limitadas.  Apuesto por esa obra sencilla, cargada de un acervo contundente, de una identidad que es inevitable y que se revela en formas arquitectónicas que una a una hacen ciudad.  Apuesto por esas pequeñas obras que muchas veces ni siquiera son publicadas.

Hace poco, repasando bibliografía para un tema en concreto, recordé un par de ejemplos que quiero compartir.

El muelle y edificio de servicios para el puerto de Alicante, conocido actualmente como el bar-cafetería Noray, me ha permitido caer en la cuenta de que no  es solamente el edificio en sí como “objeto arquitectónico” lo que nos merece la pena valorar, sino que es necesario un conjunto de elementos que ponen de manifiesto una obra que nos aporta, más allá del brillo mediático, del autor, e incluso la trascendencia internacional que pueda tener.

 

Imagen: Bar caferería Noray, Alicante.  Merxe Navarro.  merxenavarro.com

Un valor muy importante, en esta obra menor, sí que es la trazabilidad del proyecto, esa posibilidad de saber y llegar a conocer las circunstancias en las cuales se debate y se forja una idea que luego puedes ver cómo se materializa.  Quiero decir que suman y mucho, los antecedentes de las circunstancias en las cuales se desarrolla.  Éste, en su caso, es un edificio que viene a procurar la presencia del fatalmente derribado edificio del Real club de regatas inaugurado en el año 1911 y derribado sobre los 90’s, y busca una articulación con mínima presencia en dos líneas del puerto, que lo logra pese a alguna desarticulación de usos a posterior, por parte del promotor.  Una situación delicada y compleja que el autor logra no solamente salvar con la propuesta adecuada, sino que integra de manera delicada al paisaje marítimo del puerto, tanto como la primera línea construida y visible de la ciudad, vista frontal de la llegada de los catamaranes locales.  Más detalles se pueden encontrar en esta interesante reseña de Merxe Navarro.  El Noray, Proyecto que García-Solera ganó por  concurso hacia el año 2000 y fue publicado en un exquisito libro de Juan Calduch llamado “Building Boats”, en el que se hace una escrupulosa narración del proyecto.  Con lo cual queda consumado el registro del mismo, con una obra impresa, muy completa y delicada, que en lo personal considero es la mejor obra escrita de arquitectura, no solamente por el proyecto al que hace referencia, sino también por la narrativa, es decir la forma como, mediante los capítulos, palabras y gráficos el proyecto queda totalmente comprensible, y por ende, la utilidad que ello representa para quien lo lee.  El Noray, obra que además de su tamaño, naturaleza—un bar-cafetería—su situación y uso, lo ponen en total disponibilidad y acceso, de tal modo que por el sencillo valor de una caña y unas olivas puedes sentarte a percibir su espacio, si tienes más suerte y algo de planificación, incluso puedes disfrutar de un concierto de jazz al borde del mediterráneo.

Otro caso que tengo mucho en mente es: “Es pequeño, llueve dentro y hay hormigas”, una gran publicación de Federico Soriano y Dolores  Palacios.  Imágenes generadas por ellos dentro de sus procesos de investigación y pensamiento, dentro y fuera de sus proyectos.  La publicación es un pequeño libro que tiene muchas maneras de ser leído.  Una primera, convencional, de adelante hacia atrás.  Una segunda, a manera de un juego mediante unos desprendibles, de doble imagen a manera de piezas de dominó que son la cubierta del libro.  Cada partida de dominó es una forma secuencial de capítulos a leer y así hasta 748 formas diferentes. Y por el dorso de las piezas de dominó viene una identificación en código de barras y el orden de las páginas de las imágenes que agrupa un proyecto.  La propuesta va mucho más allá de ser divertida, si uno se propone en el ejercicio de lectura objetiva, descubrirá que se convierte prácticamente en una suerte de oráculo de motivación o inspiraciones gráficas azarosas, muy recomendable al momento de tirar de él para el trabajo creativo.

Imagen:  Es pequeño llueve dentro y hay hormigas, Soriano Palacios.  Portada.

La “gran arquitectura” siento que está en una trascendencia distinta.  La vivencia del espacio en directo, la apreciación del entorno y sobre todo la percepción de una escala y proporción humana, sólo posible con la presencia física, que otorgan a la experiencia de la arquitectura unas condiciones realmente particulares y no asimilables mediante otros métodos que no sean ese contacto real.  Pero el viajar cuesta y mucho, el coincidir con la plena disponibilidad de acceso a un “monumento de arquitectura”, no siempre resulta fácil y accesible, pero nos quedan experiencias y alternativas que pueden permitirnos otras—si bien no reemplazables—formas de aproximarnos a la experiencia arquitectónica.

El mismo José Ramón Hernández, junto con Eduardo Almalé, generosos difundidores de la arquitectura moderna,  protagonizaron el año pasado una experiencia novedosa y divertida.  A propósito del lanzamiento de Breviario de  Ronchamp, libro publicado por Ediciones Asimétricas, propusieron de manera abierta 53 coloquios denominados #BreviarioRonchampNº a través de twitter, en la imagen adjunta se puede observar cada una de las portadas de los coloquios, si entras en el enlace correspondiente accederás a un momento de twitter que agrupa los tweets destacados de cada jornada.  Muy recomendable revisar el libro con los momentos adjuntos.  Otra forma de lectura.

Imagen:  #BrevarioRoncham guía de coloquio a través de momentos de twitter.  Cortesía de Eduardo Almalé [@almale] 

Quiero imaginar a ese joven estudiante de arquitectura de un país de fuera de la Unión Europea, imagino lo lejos que debe ver a Ronchamp e imagino en ese déficit lo fructíferamente provechoso que le puede ser un formato como este.

Insisto, los tiempos han cambiado, la actualidad de la arquitectura demanda más que nunca renovaciones y estrategias innovadoras que permitan fructíferos caminos, probablemente para acercar a los clásicos, pero sobre todo a sacarle partido a las herramientas contemporáneas en favor de la creatividad y nuevas perspectivas del quehacer y del pensar en arquitectura.

 

«la cosa»

Poner nombre a las cosas es reconocerlas.  Nombrarlas es anular la posibilidad de ignorarlas.

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Recuerdo aquellos amigos de la época de estudiantes de quienes cuyo nombre no lo puedes recordar, era porque no destacaban, no se «hacían ver», más allá de un juicio de valor al cómo y al por qué.  Muchas veces recuerdas de ellos alguna anécdota, algún rasgo particular, pero se te va su nombre.

Políticamente, una de las estrategias muy venidas a más es tratar de «complicar» términos a fin de «opacar» su concepto.  Se le llama movilidad internacional laboral a la migración, con ello se intenta matizar un término, aparentemente complicándolo pero realmente ocultando sus razones claras y de fondo.  Es una manera de negarlo.

Conocí una familia a cuyo novio de la hija lo llamaban «Éste».  El chico tenía nombre y apellido, pero todos, la interesada incluida lo llamaban Éste, casi como si de un apodo se tratara, pero no lo era.

En nuestra lengua está reconocida la «media verdad» como una declaración engañosa.

Vamos!!!»que por angas o por mangas», el tema es que hay un sentido sub contextual en el hecho de ocultar, de esconder.  Voy a cumplir diez años en esta tierra mediterránea a la que le tengo inmensa gratitud y cariño, pero debo confesar que hay gran parte de estos «lenguajes» que aún no soy capaz de aprender a manejar.

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—La cosa—, dice la gente. —La cosa—se está componiendo.

Así se refieren a la reaparición de grúas y una que otra parcela, que luego de haber ganado ociosa plusvalía, empieza a verse con movimiento de tierras y el trajinar de obreros de construcción que vuelven a la carga.  Con toda certeza, esta afirmación:»la cosa se está componiendo», tiene  que ver con la ignorancia de no poner nombre a un hecho, fenómeno social culpable de muchas de las dificultades que estamos viviendo.  Tiene que ver también con un optimismo de que «a todos nos vaya mejor», con esa ilusión de que salgamos de una época mala y volvamos a lo mas parecido posible del «estado del bienestar», esa época en donde probablemente muchos vivíamos más allá de nuestras posibilidades y sobre todo nos ilusionamos tanto y tanto, que no fuimos capaces de ver que el «estado de bienestar» era un caldo de cultivo de la corrupción, el clientelismo, pero sobre todo una injusticia social que nos engañó a todos, haciéndonos pensar que era normal un estado de absoluto despilfarro, en donde las escalas y proporciones de beneficios se fueron de las manos y muchas profesiones y oficios se «crecieron» muchísimo más allá de la realidad.

¿Que nos queda?

Yo apuesto a la reflexión, darnos cuenta que los pocos proyectos de edificación que se levantan, si bien no son un timo, si que siguen siendo en gran medida, el símbolo de un error.  Son la escenografía de una obra de teatro de lo mas nocivo y cruel que ha vivido el sur de Europa y gran parte del resto del mundo y que ha coincidido con una crisis no solo económica, sino ética, política.  Pero sobre todo no es un símbolo de que las cosas van a ser mejores mañana, ni menos aún símbolo de arquitectura o industria.

 

Biblioteca INEPE

La Biblioteca de INEPE es un proyecto que fue enfrentado desde una estrategia deslocalizada.  Inicialmente nació como una encargo colaborativo para esta organización sin fines de lucro, pero más allá del resultado técnico, que en los adjuntos lo podréis ver, para mi es muy importante el ejercicio tanto de investigación como logístico y organizativo que hay detrás.

La investigación pretendió ir a un análisis antropométrico de los equipamientos propios de las bibliotecas de niños y por otro lado estructurando unas necesidades de espacios reales actuales, como proyectadas sobre la base de los objetivos de la entidad educativa.  Interesante ver y saber que la en el tema pedagógico de vanguardia, pocas discusiones caben acerca de valores tan didácticos como el aprender jugando, la dramatización, la importancia de la lectura, la imaginación y el confort adecuado de acuerdo a los diversos intereses.  Importante comentar también, que en ello he encontrado un distanciamiento con métodos clásicos de una docencia cuestionada, y todo esto reforzado con una gran relación con el «cliente» absolutamente colaboradora y alineada a propuestas innovadoras.

Al margen de reflexiones pedagógicas, el resultado ha sido satisfactorio, un espacio fundamentalmente útil, hemos tenido especial cuidado en el área que la hemos llamado escénica, un espacio en el que hemos pretendido que el «circo» esté dentro de la biblioteca para provocar un ambiente ameno en tareas de cuanta cuentos y procesos lúdicos de iniciación a la lectura.

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Un espacio, mas bien elemento accesorio, inspirado en las investigaciones de neuroarquitectura de Rosan Bosh, que logra espacios de confort para la lectura mientras divide y oculta sistemas de proyección y comunicación escénica y el área concreta de trabajo bibliotecario de consulta, equipado con sistemas digitales especialmente para trabajo de chicos de algo mas de edad. Un falso techo que toma presencia jerarquizando el espacio «informático y de acceso».  Procuramos una especial atención con la iluminación, sobre todo tratándose del alto soleamiento debido a la ubicación del proyecto, fue indispensable proveer de estores black out para controlar una luz natural adecuada a las actividades.

Uno de los elementos mas determinantes del proyecto ha sido el pensar en una austeridad de la intervención, por esto hemos procurado plasmar una suerte de criterios a ser interpretados por la construcción que permitan ir desde una campaña de empoderamiento por parte de los usuarios a través de organizar sesiones en plan maker, con la comunidad involucrada, hasta la simple contratación con proveedores locales.

En este proyecto han colaborado:

Felipe Flores

Andrés Zabala

Marta Kayser

Alterotopiak [urbanBAT]

Los amigos de urbanBAT han lanzado, una vez más una iniciativa interesante, tanto por su etimología, su propósito y su metodología.  Se trata de la construcción colectiva de Alterotopiakalter: (el) otro.  topía: lugar.

Pues ahí va mi aporte:

El espacio del otro.  Me suena a un tema pendiente.  «la otredad».

El otro visto como la parte no mostrada, no consciente de uno mismo.  Ese «yo» que intento camuflar y ocultar, un «yo» que cuando transita en la ciudad tiene muy claro que hacer y por donde ir, y lo detengo y lo domino para ser «civico» y no violentar el «orden público».  entonces encuentro las huellas contrapuestas:

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El caminar prisionero y conducido.

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y los caminos deseados del yo oculto.

Pero la «otredad urbana» también aparece cuando considero al otro con el que comparto la ciudad, esta consideración solamente es posible sin violencia cuando se plantea como una relación horizontal de «convivencia» (el otro como yo…en una mirada de distintos pero horizontales), puesto que la «tolerancia» es una construcción vertical, solo puede tolerar quien está arriba o abajo, las diferencias nos suman o restan posiciones que nos permiten oprimir o ser oprimidos.
de allí que una gran alternativa para indagar en el «espacio del otro» es la deriva como método de análisis del entorno urbano.

El espacio virtual como espacio de encuentro

En noviembre del año pasado se llevó a cabo la  Bienal panamericana de arquitectura de Quito.  El eslogan del evento  fue: «De la casa a la ciudad y de la ciudad a la casa».  Es un frase sencilla que alberga una gama de reflexiones acerca de la comprensión del espacio, en plena discusión.

Con este antecedente, el Colegio de arquitectos del Ecuador,  me ha invitado a hacer una conferencia en la que proponga los elementos que aporta el espacio virtual como un espacio de encuentro.  Procuraré abordar las temáticas más trascendentes para la comprensión del espacio virtual como una capa de la lectura de los territorios urbanos.

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La conferencia será el jueves 9 de Abril a las 18:00 horas en el auditorio del CAE.

Espero que ésto junto con el inicio de varias propuestas de mashups y herramientas digitales en las que estoy trabajando ahora mismo, sean una contribución a la construcción de espacio más plurales.

Oradea Rumânia [master planning]

En el año 2010, Junto con Lorena Molina (arquitecta) y David Segui (aparejador) hicimos un master planing de unas dimensiones muy importantes.  Hoy a años vista de ello, he encontrado parte de la documentación del proyecto y sus imágenes y me ha apetecido publicarla, sobre todo como un referente de la magnitud de las apuestas que por entonces se hacía.  Una intervención de miles de hectáreas que sin embargo de la presión por sacarle el mayor partido a la «potencial inversión», tuvimos que hacer lo posible por persuadir hacia una intervención discreta, poco agresiva y con un sentido de cuidado en el paisaje.

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«La zona a intervenir se trata de una colina que va de los 180 msnm y hace puerto en un zona mirador a 350 msnm.  La zona edificada, noroeste, coincide con rusticas vías de acceso y las principales edificaciones con carácter utilitario para una modalidad de rehabilitación y cambio de uso dentro del programa estipulado;  Esta zona Igualmente coincide con la principal dirección del centro poblado de referencia, para abastecimientos tanto en etapas de intervención como de funcionamiento, por esta razón es imprescindible pensar en una primera  etapa que considere la intervención de las edificaciones existentes para uso de áreas tanto administrativas del proceso de construcción como las prioritarias de puesta en marcha de las primeras actividades.  Dada la ubicación y la desviación solar, es importante potenciar la zona oeste de la colina, esta es la principal razón para que sea aquí donde se aloje la primera etapa de edificación nueva.  Desde una rotonda de distribución ubicada lo más próximo posible a la zona de edificaciones existentes se generara accesos vehiculares de primer orden tanto en sentido  este como sur.  Por el acceso este ingresaremos a la primera zona de recreación, donde se alojarán las actividades de mayor frecuencia de uso relacionadas con campo sol y agua, importante destacar que es la zona más privilegiada en cuanto a un soleamiento, por ello se ha considerado dentro del programa el alojar aquí áreas de esparcimiento como hoteles, camping, karting y una amplia zona de balnearios.  Por el acceso desde la rotonda principal hacia el este, encontramos la segunda zona de intervención.  Su ingreso será fuertemente marcado por una vía de primer orden que configura a sus costados las áreas comerciales y de servicios de todo el conjunto, permitiendo desde aquí puntos estratégicos de arranque hacia la distribución de elementos construidos en  toda la ladera hasta llegar a la cima mirador.  Importante destacar  que pese a lo señalado en el párrafo anterior, igualmente se pretende tener un acceso de carácter directo hasta el mirador a través del teleférico, cuya estación de arranque estará justamente en esta zona para vincularse de manera directa con las áreas comerciales.  Es en esta zona y dentro de esta misma etapa se confrontará el tratamiento de las áreas verdes de mayor extensión, desarrolladas  en el barranco con la mayor pendiente y con condiciones topográficas que lo vuelven poco construible.  Junto a este barranco, hacia el este  y tan pronto como las curvas de nivel lo permiten, encontraremos el desarrollo de un espacio para alojamiento y recreación en una modalidad más familiar y campestre, queremos con ello centralizar actividades de mayor distracción con un nivel menor de actividad, respecto a la primera zona de intervención.  Este conjunto hotelero se situará de forma más bien disgregada, pequeñas construcciones dispersas que semejarán a un pueblo asentado en los costados de vías de tercer orden.  Como elemento simbólico que engloba el concepto de todo el conjunto se ha usado el agua, que a efectos reales se implanta como dos lagos.

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El primero que sirve de enlace entre las zonas de intervención para generar un contacto entre ellas, un elemento paisajístico de importante calidad y algunas actividades sencillas de carácter recreativo, adjunto a la zona uno.

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El segundo lago emplazado en plena zona dos, sirve como telón de fondo de la las áreas de alojamiento de baja densidad.  En esta zona la actividad física se centraliza en un gran conjunto de pistas deportivas rodeadas de áreas verdes tratadas con características adecuadas de paisaje.  Aquí el lago adjunto permite tener integradas las actividades deportivas acuáticas.  Este lago como elemento ornamental será visto desde la vía de primer orden que para esta ubicación acabará de atravesar la zona comercial.  Dibujando de esta manera un recorrido escénico que parte en el ingreso del conjunto, atraviesa la zona de edificaciones existentes intervenidas con cambio de uso, estructura la zona comercial y remata en las vistas campestres de las pistas deportivas.  La cima, como punto más alto de la colina principal, ocupa un pequeño espacio en la parcela vecina, es por esta razón que el punto más alto de parcela propia únicamente tiene vistas al norte.  Favorable notablemente ya que será la mejor perspectiva hacia todo el conjunto.  Hacia el este y ligeramente hacia el sur se levanta una segunda colina de menor altura, su punto más alto llega a los 280 metros y en el espacio comprendido entre estas dos se alberga la zona que comprende la tercera etapa.  Para esta hemos reservado las actividades más relajadas. Áreas de alojamiento vinculadas con modalidades de camping, hoteles spa  e inclusive zonas de preferencia a adultos mayores.  En esta etapa se potenciará las áreas de esparcimiento pasivas, espacios ajardinados, miradores, e incluso senderos silvestres para caminatas, todo esto con un telón de fondo que es el lago artificial correspondiente a esta etapa, para acentuar el concepto del aprovechamiento del agua»

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Los concursos de diseño/arquitectura/urbanismo

Es probable que muchos no lo recuerden, pero los concursos de arquitectura, tuvieron un momento.  Quienes pasamos ya de las dos décadas de ejercicio de la profesión, recordaremos con facilidad que hubo un «antes», en el que los concursos no eran el pan nuestro de cada día, sino más bien algo esporádico.  Luego hubo un auge, en dónde quien quería estar en la cresta de la ola, tenía que ganar concursos y quien no, en el mejor de los casos era muy creativo para compilar una buena publicación a propósito de las participaciones fallidas.  A día de hoy la circunstancia es que hay tan poco dinero, o que el sistema está tan agotado y caduco o que hay tantos participantes que casi a nadie le interesa un concurso, sobre todo por las poquísimas probabilidades que tienes de ganar, claro, excepto los despachos que cuentan con un ejercito de creativos becarios super explotados.  En estas circunstancias yo me pregunto, por un lado: ¿que pasó? cómo se agotó un sistema que aparentemente funcionaba y por otro, hacia dónde debemos caminar.  Sé que no se puede buscar respuestas solamente en los concursos.  La profesión está en crisis, el mundo está en cambio, se están rompiendo montones de paradigmas y desde allí mi ánimo va hacia tratar de entender los caminos, investigar el sentido y tratar de saber en qué ámbitos hay que colaborar para encontrar un nuevo suelo firme en el que apostar.

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Los concursos de arquitectura consistían en una suerte de apuesta de proyecto sobre unas bases. Estas bases, cuya preparación era otro negocio, pero que no es materia de este post, estaba elaborado por unos «expertos» en la materia.  Mas expertos en hacer bases al método de corta y pega que en la temática materia del concurso, lastimosamente, en otros casos eran elaborados por funcionarios o teóricos carentes de la suficientes destrezas para que en las bases se demandase lo que realmente se esperaba y en el debido análisis de la complejidad necesaria, es decir con conocimiento de causa.  Sobre esto, podría narrar innumerables anécdotas, desde la de un despacho que ganaba concursos de construcción, con partidas más económicas pero imposibles de ejecutar técnicamente.  Por supuesto esto era justificado en la puesta en obra y endosado a un presupuesto suplementario técnicamente justificado.  A día de hoy lo que más me preocupa es la forma mezquina y sobre todo cerrada y poco distribuida en la que se gestionaba el conocimiento y el desarrollo técnico a propósito de un concurso.

El punto de partida eran las bases, qué bien o mal hechas, podían ser por invitación, de pago o libres.  No haré ningún comentario a los «concursos cerrados por invitación» puesto que no merece la pena.  Al ser invitaciones específicas, justificadas o no, públicas o privadas caen ya en una discusión política que no es motivo de este escrito, pero si puntualizar que  no siempre lo legítimo es ético.

Los concursos con bases de pago, solamente incidían en una primera criba o cuantificación de la «potencia» económica de los concursantes.  Primera digo, puesto que siempre podía haber una segunda y hasta una tercera que solían estar relacionadas con garantías, que en muchos de los casos eran desproporcionadas a los montos a contratar y solía haber hasta una tercera que ya incidía en condicionantes técnicos, solicitando muchas veces perfiles de equipos o participantes que vinculaban a condiciones técnicas que adolecían de sentido respecto al encargo en juego.  Nunca comprendí muy claramente el propósito de todo esto, ya que en los concursos abiertos, siempre se podía demandar los mismos niveles de exigencia (justificada o no), lo cual de alguna manera me insinúa un manejo del poder en una forma inadecuada, aunque en algunas veces si que recuerdo de ver concursos que prácticamente sus exigencias casi ponían nombre y apellido.

Una vez dentro del juego, venía el período de preguntas, estas en algunos casos, los menos, la verdad sea dicha, eran de manera cerrada e individual, es decir que a quien preguntaba se le respondía, los otos generalmente tenían preguntas anónimas que recibían respuestas abiertas, es decir que se ponía en conocimiento (tanto preguntas anónimas, como respuestas) de todos los participantes.  A este hecho lo considero de trascendental importancia puesto que era una primera apuesta a compartir conocimiento, en este caso tanto las inquietudes de otros competidores como la respuesta a ellos.

Otro ámbito que me llamó siempre la atención era el de los colaboradores, generalmente profesionales de ramas afines a la naturaleza del concurso, quienes además de formar parte del equipo y cumplir un rol de asesores en los planteamientos propios de la propuesta, eran redactores de su parte correspondiente y más de una vez quienes auspiciábamos de manera directa la participación debíamos convertirnos en una suerte de «mediadores», de las luchas técnicas que se suscitaban entre ámbitos divergentes.

En estas circunstancias siempre me pregunté, cómo se podría hacer para tener un «saco» de opiniones técnicas sobre un problema y poder tomar las que mejor articulen de manera integral una propuesta.  Pues creo que es posible.  En esta medida, creo que es posible el articular una propuesta de evento que sea un no concurso.

Un sumar conceptos, ideas, metodologías a manera de brainstorming y que el trabajo profesional consista en articular las alternativas que de mejor manera se acoplen entre sí, para conseguir una solución integral a las demandas.  La idea en si misma puede parecer notablemente noble o descabellada, pero creo que conjunta criterios que acercan de mejor manera soluciones a demandas.

¿cuales son los beneficios?

Al alejarse de la modalidad de los concursos llenos de glamour y prestigio con tanto postureo en los que «todos sabemos» se juegan intereses ajenos a la solución del problema, estoy seguro que se aporta a la utilidad y la practicidad profesional y eso es una de los factores que más ha alejado a la gente de la verdadera función practica y social de los profesionales.

Las herramientas digitales deben facilitar el acercamiento y la dinámica de compartir conocimiento y generar red.  De esta manera y bajo el anonimato (o no), todos pueden aprender a propósito de la investigación de un problema, sumar elementos para su ejercicio de manera distribuida, abierta y anónima en la que sólo pueda primar la solución al problema.

La Crisis que vive actualmente la profesión y dentro de ella su formación, están atrapadas por falta de una sinergias que proponga nuevas alternativas, «sólo haciendo las cosas de manera diferente podremos tener resultados diferentes», en ello creo que es primordial el abrir nuevas maneras y nuevos debates sobre el ejercicio de la arquitectura.

Creo que existen muchos más, pero sobre ellos creo que es imprescindible hablar sobre la base de la experiencia, dicho lo cual, sólo queda atreverse a organizar un no concurso.

 

Centro Histérico de Quito

Hace ya 6 meses que dejé Quito.  Cuando estaba ya casi de salida tuve la desagradable noticia de escuchar muy de cerca que se estaba discutiendo acerca de las posibilidades de ciertos derribos en el Centro Histórico.  Mi permanencia allí me dio para salir en un momento en que de rumor se estaba convirtiendo en fatal decisión y empezaban a darse opiniones de toda índole.

Este tiempo me ha permitido, en cierta medida, presenciar una evolución de la circunstancia en los medios pero sobre todo en la realidad, puesto que se han iniciado ya. Esto, junto con el hecho de haber tenido la oportunidad de trabajar considerablemente dentro del Centro en temas relacionados con Casas, Edificios y monumentos en procesos de recuperación, han tocado muchas cosas dentro de mi, que me han permitido sentir una necesidad de comentar  mi opinión al respecto.

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El Centro histórico de Quito ha tenido muchos momentos y estos no han empezado cuando es declarado patrimonio de la humanidad, título otorgado por la UNESCO y que al ser así son ellos quienes tienen la competencia sobre ese juicio.  Los momentos de Quito, y esto lo saben de sobra quienes conocen a la ciudad de verdad, están inevitablemente relacionados con una complejidad urbana que poco tiene que ver con un monumento. Me refiero en concreto al alma mismo de toda urbe, su población, y mas aún a unas decisiones que salen de toda normativa, de toda dirección y especialmente de toda planificación y que corresponden a los procesos sociales y las relaciones de la ciudad como ente físico en función de dichos procesos.

Las autoridades, pasajeras siempre, tienen competencias, hasta hoy estructuradas por los procesos de elección y sobre ellos las responsabilidades de los ciudadanos, votantes o no.  A favor o en contra.  Competencias estas — decía — que permiten a los mandatarios tomar decisiones, mas o menos pensadas.  Al menos así quiero entender y que se atañen a interese, como no puede ser de otra manera.  La licitud de estos intereses es tema de otra discusión, pero que no dejan de lado la legitimación del accionar social.  Menos aún en un País, Ciudad o conglomerado social que ha sido capaz de cambiar 7 presidentes en 10 años (1995 – 2005).

Desde ese punto de vista, la discusión en si misma me irrita, puesto que no veo que se camine por una senda que conduzca a un proceso de madurez ni en la toma de decisiones (asunto de las autoridades) ni en lo profesional (asunto no solo de los arquitectos) ni en lo social (asunto de todos), que implique aciertos.  Aunque soy franco en reconocer que esto solo se lo puede juzgar»a toro pasado» y en los proceso urbanos creo que esta índole de decisiones lleva, como poco una década.  Para muestra un botón.  Si

recordamos el Centro histórico de Quito antes del terremoto de 1987, recordaremos claramente que hubo un antes y un después de él, sobre todo en la temática de la recuperación patrimonial.  Para entonces la ciudad llevaba ya nueve años como Patrimonio Cultural.

La discusión se ha salido de todo:

La multiplicidad de competencias, Municipio, Ministerios (mas de uno), institutos (competentes o no); gremios profesionales (incompetentes muchos, puesto que no han llegado a resultados, unos, y otros ni siquiera emiten posiciones por temor a herir compromisos políticos), entre todas las autoridades parecían niños hambrientos arranchándose panes, apariencia desagradable, «máxime» si tomamos en cuenta que no son niños, que deberían tener la madurez para afrontar profesionalmente una posición de esa naturaleza, pero también porque ello mismo ponía en manifiesto el desconocimiento del alimento, para el caso, entiéndase «el tema» .  No se trataba de panes, sino probablemente de un tesoro que evidentemente si se degrada, será porque eso ha sido el resultado de su esfuerzo.

Pero sobre todo y lo que mas me llama la atención ha sido ver a una población impávida, discutiendo en redes sociales, medios de comunicación y toda posibilidad de voz, aspectos tan banales cómo la belleza y la fealdad, cómo los aciertos o desaciertos de profesionales que «descansan en paz» y que intervinieron el centro hace mas de medio siglo, evidentemente, cuando el hombre aún no llegaba a la luna, cuando Kevin Linch apenas estaba elaborando los estudios que le llevarían a publicar en el MIT  la imagen de la ciudad,  Pero sobre todo, el mismo Centro histórico de Quito, no había atravesado los momentos y las circunstancias tan importantes en cuanto al reconocimiento de su patrimonio que se dieran desde los noventas en adelante;  procesos difíciles y duros que no terminan de consolidarse debido a la ignorancia de los políticos, o profesionales oportunistas que con intereses individuales siempre, han manejado un botín de ambiciones para conducir los proyectos a sus arcas personales, cosa que he visto suceder en todas las administraciones a las que ha tenido cercanía.

Es fundamental la investigación histórica, como principio esencial del valor evolutivos de las urbes y buenos profesionales no han sido insensibles de estos valores en Quito.  Recuerdo con mucho agrado las investigaciones de los asentamientos pre hispánicos y la reconstrucción de las quebradas originales de Inés del Pino o el estudio la Ciudad y los otros, por Eduardo Kingman, donde se estudian la salubridad del la ciudad y sus connotaciones políticas…si es que hablando de conocimientos y estudios  serios se podría no terminar.  Hay quien ha hecho conocimiento y quien ha hecho negocio, pero entre los unos y los otros el futuro de la ciudad no es prometedor, pero esto no es una calamidad de los malos profesionales, sino una debilidad que la sociedad Quiteña ha permitido y que por tanto en mayor o menor medida es artífice de ella.

Hoy en día está reconocido a nivel global, las sinergias sociales como elemento fundamental de la intervención de centros urbanos.  Esto si bien no es una novedad, siguen en las reflexiones de las autoridades primando la imagen política, la apariencia y el negocio de un círculo reducido, pero lo que creo que es más grave, es que esto no es un accionar ya de intereses, sino que ahora a la distancia, empiezo a entenderlo como un elemento esencial de la identidad Quiteña.

Finalmente y para resumir, no condeno ni considero un sacrilegio el derribo de los edificios en el Centro histórico de Quito. Por sobre todo considero una debilidad ciudadana, el haber permitido que sin un debate adecuado, la ignorancia de autoridades endebles no hayan permitido a la población misma deliberar y llegar a proceso de empoderamiento y toma de decisiones;  Me parece muy triste el haber gestado una intervención de tal importancia, desde la prepotencia y el abuso poco inteligente del poder, eso por sobre todo explica los pocos criterios contemporáneos de intervención en centros sensibles.  Deja ver también, la muy reducida comprensión de las dinámicas sociales sobre el entorno construido y la casi nula comprensión del paisaje urbano como elemento articulador de imaginarios, y estos como elementos fundamentales del sostén y cultivo de la identidad y por tanto, la ignorancia absoluta de los procesos  reales de sostenibilidad de un espacio patrimonial.

Solo espero que el costo que el Centro de Quito en si mismo pague por este error, sea el que precautele de mayores, pero temo equivocarme.